LIBROS DEL APOCALIPSIS 20 al 21
Cielo nuevo y tierra nueva
Apocalipsis, 21:1 Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más.
La
meta y la esperanza final de la fe del NT es un mundo nuevo, transformado y
redimido donde Cristo viva con su pueblo y la justicia habite en santa
perfección (Salmos, 102:25-26, Isaías, 65:17,
66:22, Romanos, 8:19-22, Hebreos, 1:12, 12:27, 2 Pedro, 3:13).
Para
borrar toda señal de pecado habrá una destrucción de la tierra, las estrellas y
las galaxias. Serán sacudidos el cielo y la tierra (Hageo, 2:6, Hebreos,
12:26-28) y se desvanecerán como humo (Isaías,
51:6). Las estrellas se disolverán (Isaías,
34:4) y se destruirán los elementos (2 Pedro, 3:7, 10, 12). La tierra
renovada se convertirá en el lugar de habitación de la humanidad y Dios (Apocalipsis, 21:2-3, 10, 22:3-5). Todos los
redimidos tendrán un cuerpo semejante al de Cristo resucitado, que será visible
y tangible, pero imperecedero e inmortal (Romanos,
8:23, 1 Corintios, 15:51-56).
Habiendo
llevado su descripción relacionada con el destino de Satanás y la resurrección
de los incrédulos a su conclusión en el capítulo 20, Juan retorna ahora al
principio del milenio para describir el nuevo hogar para la Iglesia en el
capítulo 21 y la nueva Tierra en el capítulo 22.
Nosotros sabemos eso porque la frase “un cielo nuevo y una tierra nueva”
también aparece en Isaías 65:17 al comienzo de un pasaje que describe a Israel
durante el Milenio.
Isaías, 65:17 Porque
he aquí que yo crearé nuevos cielos y nueva tierra; y de lo primero no habrá
memoria, ni más vendrá al pensamiento.
Tomemos
un momento para confirmar la secuencia de Apocalipsis
21. Las personas que creen que la
Nueva Jerusalén no aparece sino hasta el final del Milenio no se dan cuenta que
Apocalipsis 20:7-15 es una inclusión entre paréntesis que Juan coloca
para continuar con su discusión del destino de Satanás y de las personas no
salvas hasta llevarla a su conclusión final. Esto es algo que Juan hizo varias
veces en la narrativa de Apocalipsis para ayudar a completar un pensamiento.
(Por ejemplo, en Apocalipsis 12:3-6 él
utilizó cuatro versículos para resumir la interferencia de Satanás en el plan
de Dios en el período que abarca desde su rebelión pre-adámica hasta la Segunda
Venida.) En Apocalipsis 21 Juan retorna al comienzo del Milenio para
describir la Nueva Jerusalén.
Hay
varias pistas en el texto que apoyan esta interpretación. Primero, Apocalipsis
20 comienza, “cuando se cumplieron los mil años” lo cual indica que, de un solo
golpe, Juan había pasado hasta el final del Milenio. Segundo, Apocalipsis 21:1 es una cita directa de Isaías 65:17 en
donde el contexto es claramente la Era del Reino de Israel, conocido como el Milenio,
y tercero, los primeros cinco versículos de Apocalipsis
22 son un resumen de Ezequiel 47:1-12,
que también se refiere a la Era del Reino en Israel. Si usted lo piensa por un
momento se dará cuenta de que no hay ninguna necesidad ni tampoco un propósito
para que haya un río de vida en la Nueva Jerusalén, siendo que esta es el hogar
exclusivo de la Iglesia redimida.
Tampoco
allí habrá más enfermedad ni muerte, ni ninguna necesidad para la sanidad, como
tampoco habrá nadie presente de las naciones (Apocalipsis
22:27). Eso más la similitud de las palabras confirma que en
Apocalipsis 22:1-2 Juan estaba describiendo el Río de la Vida en la Tierra, tal
y como Ezequiel lo hizo.
Y
luego, está la mención de los árboles que producen diferentes clases de frutos
cada mes en Apocalipsis 22:2. Esta
referencia al tiempo confirma que Juan no estaba hablando de la eternidad, la
cual, por definición, es la ausencia del tiempo.
La
palabra traducida “nueva”
en la cita de Juan de Isaías 65:17 también puede significar refrescada o renovada.
Esto se refiere al momento que Jesús llamó la renovación de todas las cosas en Mateo 19:28 y
que Pedro mencionó en Hechos 3:21.
Esto se llevará a cabo al momento de la Segunda Venida. En el Rapto de la
Iglesia el Señor nos llevará a la casa de Su Padre para estar con Él en donde
Él está (Juan 14:2-3). 1 Tesalonicenses 4:17
dice que una vez que vayamos ahí,
siempre estaremos allí. Esta es la Nueva Jerusalén. Como veremos, Apocalipsis 22:1 muestra la Nueva Jerusalén
descender del cielo y prosigue describiendo una entidad demasiado grande como
para estar situada en la Tierra. Entonces, solamente se puede acercar a la
Tierra.
En
Mateo 24:29
Jesús dijo que el sol y la luna se oscurecerán al final de la Gran
Tribulación. Apocalipsis 21:22-27 describe a las naciones que caminan a la luz de
la Nueva Jerusalén. Después de la Segunda Venida, la Nueva Jerusalén va a
remplazar al sol como su fuente de luz.
Apocalipsis
21:22-27 también muestra a los reyes de la tierra trayendo su esplendor a la
Nueva Jerusalén, pero dice que nada impuro podrá entrar en ella, solamente
aquellas personas cuyos nombres están escritos en el Libro de la Vida del
Cordero, lo cual es una descripción de la Iglesia.
Al
juntar todos estos versículos se nos muestra que aún hay tres grupos de seres
humanos durante el Milenio. Israel en la tierra prometida, las naciones de la
tierra aún en su estado natural, y la Iglesia perfeccionada, viviendo en la
cercanía de la Tierra pero protegida de toda impureza. Una vez que empieza la eternidad,
no quedará ningún trazo de impurezas en la Creación de Dios (1 Corintios
15:24-25).
Pues
bien, empecemos con nuestro estudio de Apocalipsis
21.
Apocalipsis,
21:1 Vi un cielo nuevo y una
tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya
no existía más.
Como
mencioné, Jesús le llamó a esto “la regeneración de todas las cosas” en Mateo 19:28.
Mateo, 19:28 Y
Jesús les dijo: De cierto os digo que en la regeneración, cuando el Hijo del
Hombre se siente en el trono de su gloria, vosotros que me habéis seguido
también os sentaréis sobre doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel.
Según
Romanos 8:19-22 la misma creación ha estado gimiendo y con
dolores de parto, aguardando a que los hijos de Dios sean revelados para que
finalmente pueda ser liberada de la esclavitud de la descomposición.
Romanos, 8:19 Porque
el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos
de Dios. 8:20 Porque la creación fue sujetada a vanidad, no por su propia voluntad,
sino por causa del que la sujetó en esperanza; 8:21 porque también la creación
misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de
los hijos de Dios. 8:22 Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una
está con dolores de parto hasta ahora;
Los juicios de la Gran
Tribulación sirvieron, en parte, para preparar
la Tierra para su restauración. Con toda probabilidad, su órbita y su eje
retornaran a su configuración original, produciendo de nuevo el ambiente
sub-tropical mundial del que disfrutaron nuestros primeros padres. Los grandes
océanos, testigos silenciosos de la enormidad del diluvio en tiempos de Noé,
serán trasladados hacia la atmósfera superior, restaurando el toldo de vapor de
agua que protegía a los primeros seres humanos, permitiendo el retorno a la
longevidad que ellos experimentaron (Isaías,
65:20).
Isaías, 65:20 No
habrá más allí niño que muera de pocos días, ni viejo que sus días no cumpla;
porque el niño morirá de cien años, y el pecador de cien años será maldito.
El
fondo de los océanos será elevado y las montañas serán bajadas, y la Tierra una
vez más se parecerá al Planeta Edén como era cuando Adán entró en escena. Su
atmósfera no será más la guarida de los demonios, y los cielos habrán sido
purificados para siempre de la rebelión de los secuaces que siguieron a
Satanás.
Apocalipsis,
21:2 Y
yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios,
dispuesta como una esposa ataviada para su marido. 21:3 Y oí una gran voz del
cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará
con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios.
21:4 Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni
habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron. 21:5
Y el que estaba sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas las
cosas. Y me dijo: Escribe; porque estas palabras son fieles y verdaderas.
La
Nueva Jerusalén ya existe en el cielo (Gálatas,
4:26). Pronto vendrá a la tierra como la ciudad de Dios esperada por
Abraham y todos los fieles, cuyo arquitecto y constructor es Dios (Filipenses, 3:20, Hebreos, 11:10, 13, 16). La nueva tierra será la sede de Dios, quien
permanecerá con su pueblo para siempre (Levítico,
26:11-12, Jeremías, 31:33, Ezequiel, 37:27, Zacarías, 8:8).
Desaparecen para siempre los efectos del pecado, tales como la angustia, el
dolor, la infidelidad y la muerte (Apocalipsis,
7:16-17, Génesis, 3, Isaías, 35:10, 65:19, Romanos, 5:12), porque
las cosas malas del primer cielo y de la primera tierra habrán pasado
completamente. Es evidente que los creyentes, aunque recuerdan las cosas dignas
de recordar, no recordaran las que les ocasionen angustias (Isaías, 65:17).
Observen
que mientras Juan miraba la Nueva Jerusalén descender del cielo, él no reportó
que se posara en ninguna parte de la tierra. A pesar de que está lo
suficientemente cercana de la Tierra como para que él pueda describirla con
exactitud, no se encuentra situada sobre la Tierra.
Y
no se engañen creyendo que la frase “dispuesta
como una esposa” significa que la Nueva Jerusalén es la Esposa. No,
sino que la palabra “como” nos indica que Juan estaba comparando la Nueva
Jerusalén con una novia en su día de bodas.
De
la misma manera que no se escatima ningún gasto para hacer que una novia luzca
lo más bella posible para su boda, de la misma manera ninguna creatividad de
Dios se ha escatimado para hacer del hogar de los redimidos Su máxima expresión
de belleza.
Finalmente,
esa sola muerte en una colina fuera de Jerusalén, hizo que Dios y el hombre se
pudieran reconciliar (Colosenses 1:19-20)
y así se habrá cumplido lo que Su corazón siempre ha anhelado: morar con Su
creación. Porque en la Iglesia, lo menos que Él hizo fue crear una nueva raza
de seres humanos, que son tan justos como Él es, y adecuados para morar en Su
presencia.
Colosenses,
1:19 por
cuanto agradó al Padre que en él habitase toda plenitud, 1:20 y por medio de él
reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en la tierra como las
que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz.
Y
de esa manera, el Creador del Universo ha hecho todo nuevo, un Nuevo Cielo, una
Nueva Tierra, y una Nueva Raza Humana. El daño ocasionado en el Jardín del Edén
por la serpiente ha sido reparado.
Apocalipsis,
21:6 Y
me dijo: Hecho está. Yo
soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin. Al que tuviere sed, yo le
daré gratuitamente de la fuente del agua de la vida. 21:7 El que venciere
heredará todas las cosas, y yo seré su Dios, y él será mi hijo. 21:8 Pero los
cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y
hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago
que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda.
Dios
dice que las bendiciones del nuevo cielo y la
nueva tierra las recibirán los que fielmente perseveren como vencedores
en Cristo (Apocalipsis, 2:7). Los que
no venzan el pecado y la impiedad serán arrojados al lago de fuego. Dios
menciona varias clases de personas que "tendrán su parte en el lago que
arde con fuego y azufre":
[1]
Los "cobardes" son los que
temen la desaprobación y las amenazas de otras personas más de lo que valoran
la fidelidad a Cristo y a la verdad de su Palabra. Su seguridad y nivel social
entre los demás son para ellos más importantes que la fidelidad. Entre los
"cobardes" están los transigentes del pueblo de Dios que abandonan la
lucha y no vencen (Marcos, 8:35, 1 Tesalonicenses,
2:4, 2 Timoteo, 2:12-13).
[2]
Los “incrédulos” incluyen antiguos creyentes en Cristo que fueron
vencidos por diversos pecados como los enumerados en estos pasajes. Profesar a
Cristo y luego vivir en la maldad es una abominación para Dios.
[3]
Hoy muchas iglesias proclaman que es posible que alguien sea verdadero hijo de
Dios y a la vez sea inmoral, mentiroso, adultero, homosexual o asesino. Los que
así creen contradicen estas claras palabras de Dios (1 Corintios, 6:9-10, Gálatas, 5:10-21, Efesios, 5:5-7).
En
su primera carta a la Iglesia Juan había hecho la pregunta retórica, “¿Quién es el que vence al mundo? Y su
respuesta es, “el que cree que Jesús es el Hijo de Dios” (1 Juan 5:5). Una
vez más Dios aclara las alternativas. Jesús dijo, “Si alguno tiene sed, venga a mí y beba” (Juan
7:37). Acérquese a Quien provee el Agua Viva y beba de Él sin costo
alguno, o permanezca en sus pecados y muera para siempre.
1 Juan, 5:5
¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de
Dios?.
Juan, 7:37 En
el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz,
diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba.
La nueva Jerusalén
Apocalipsis, 21:9 Vino entonces a mí uno de los siete ángeles que
tenían las siete copas llenas de las siete plagas postreras, y habló conmigo,
diciendo: Ven acá, yo te mostraré la desposada, la esposa del Cordero. 21:10 Y
me llevó en el Espíritu a un monte grande y alto, y me mostró la gran ciudad
santa de Jerusalén, que descendía del cielo, de Dios, 21:11 teniendo la gloria
de Dios. Y su fulgor era semejante al de una piedra preciosísima, como piedra
de jaspe, diáfana como el cristal. 21:12 Tenía un muro grande y alto con doce
puertas; y en las puertas, doce ángeles, y nombres inscritos, que son los de
las doce tribus de los hijos de Israel; 21:13 al oriente tres puertas; al norte
tres puertas; al sur tres puertas; al occidente tres puertas. 21:14 Y el muro
de la ciudad tenía doce cimientos, y sobre ellos los doce nombres de los doce
apóstoles del Cordero.
La muralla de la ciudad
indica la seguridad que los salvos tienen en la nueva ciudad. Las doce puertas
representan a Israel (Apocalipsis, 21:12)
y los doce cimientos representan a la iglesia (Apocalipsis,
21:14). Esto pone de relieve la unidad del pueblo de Dios en los
tiempos del AT y del NT.
Cuando Judas Iscariote
traicionó al Señor y luego se suicidó, los Doce eran discípulos, o estudiantes.
Más tarde, los once restantes, ahora Apóstoles (los
enviados), votaron y escogieron a Matías para remplazar a Judas.
Nada más se dice sobre Matías, y no sabemos por qué. Obviamente, al que
seleccionó Dios fue a Pablo, el más prolífico de los autores del Nuevo
Testamento. Yo creo que será el nombre de Pablo el que veremos en uno de estos
cimientos.
Apocalipsis, 21:15 El que hablaba conmigo tenía una caña de medir, de
oro, para medir la ciudad, sus puertas y su muro. 21:16 La ciudad se halla
establecida en cuadro, y su longitud es igual a su anchura; y él midió la
ciudad con la caña, doce mil estadios; la longitud, la altura y la anchura de
ella son iguales. 21:17 Y midió su muro, ciento cuarenta y cuatro codos, de
medida de hombre, la cual es de ángel. 21:18 El material de su muro era de
jaspe; pero la ciudad era de oro puro, semejante al vidrio limpio; 21:19 y los
cimientos del muro de la ciudad estaban adornados con toda piedra preciosa. El
primer cimiento era jaspe; el segundo, zafiro; el tercero, ágata; el cuarto,
esmeralda; 21:20 el quinto, ónice; el sexto, cornalina; el séptimo, crisólito; el octavo, berilo; el noveno, topacio; el décimo,
crisopraso; el undécimo, jacinto; el duodécimo, amatista. 21:21 Las doce
puertas eran doce perlas; cada una de las puertas era una perla. Y la calle de
la ciudad era de oro puro, transparente como vidrio.
El tamaño de la ciudad (2200 km) indica que
tendrá suficiente espacio para los creyentes de todos los tiempos. Es un
cuadrado. En el AT, el lugar santísimo donde Dios se encontraba con su pueblo
era un cuadrado perfecto. La ciudad entera estará llena de la gloria y la
santidad de Dios.
Doce mil estadios
corresponden a una distancia equivalente a 2.240 kilómetros, lo que significa que si esta
ciudad desciende sobre Europa, cubriría todo desde Escandinavia a Gibraltar, y
desde la costa de España hasta el talón de Italia
Alternativamente,
cubriría todo el Oriente Medio, o toda la parte este de los EE.UU. desde Maine hasta la Florida, y desde el
Atlántico hasta el río Misisipi. Y teniendo 2.240
kilómetros de altura, sería 4.000 veces
más alta que el edificio más alto del mundo. Un globo con un diámetro de 2.200 kilómetros tendría el tamaño de la sexta
parte de la Tierra o cerca de 2/3 del tamaño de la luna.
Lo más seguro es que sea
un pequeño planeta o un satélite en órbita baja. Lo que sabemos es que está
dispuesta como una gigantesca ciudad con calles pavimentadas con el oro más
puro, tan puro que es casi transparente, y, según Juan
14:2 está llena de moradas (mansiones).
Juan, 14:2 En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no
fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros.
Mientras que el nombre
de estas piedras preciosas no es el mismo en todos los idiomas, lo más seguro
es que sean las piedras del pectoral del Sumo Sacerdote.
Apocalipsis, 21:22 Y no vi en ella templo; porque el Señor Dios
Todopoderoso es el templo de ella, y el Cordero. 21:23 La ciudad no tiene
necesidad de sol ni de luna que brillen en ella; porque la gloria de Dios la
ilumina, y el Cordero es su lumbrera. 21:24 Y las naciones que hubieren sido
salvas andarán a la luz de ella; y los reyes de la tierra traerán su gloria y
honor a ella. 21:25 Sus puertas nunca serán cerradas de día, pues allí no habrá
noche. 21:26 Y llevarán la gloria y la honra de las naciones a ella. 21:27 No entrará
en ella ninguna cosa inmunda, o que hace abominación y mentira, sino solamente
los que están inscritos en el libro de la vida del Cordero.
La presencia de Dios
llenara no solo el templo sino también toda la ciudad. La Nueva Jerusalén no abarca toda la nueva tierra, porque
la ciudad tiene puertas por las que pueden entrar y salir los justos. La nueva
Jerusalén tal vez será la capital de la nueva tierra. La frase “pues allí no habrá noche” (Apocalipsis, 21:25) se refiere solo a la
ciudad santa, porque Juan no dice que no haya noche para la nueva tierra. Se
piensa que habrá noche fuera de la ciudad, porque Dios prometió que nunca
pasaran el día y la noche (Génesis, 8:22,
Salmos, 104:5, 148:3-6, Isaías, 66:22-23, Jeremías, 33:20-21, 25)
No solamente el hogar de
los redimidos no necesita de la luz del sol, sino de hecho, es la fuente de luz
para las naciones de la tierra. Sus reyes traen lo mejor de la producción de la
tierra para nuestro uso, a pesar de que los seres humanos naturales no pueden
ingresar en ella. Habiendo sido nosotros el Templo de Dios durante toda la era
de la Iglesia, ahora descubrimos que Él es nuestro para toda la eternidad.
Apocalipsis, 22:1 Después me mostró un río limpio de agua de vida, resplandeciente como
cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero. 22:2 En medio de la calle
de la ciudad, y a uno y otro lado del río, estaba el árbol de la vida, que
produce doce frutos, dando cada mes su fruto; y las hojas del árbol eran para
la sanidad de las naciones. 22:3 Y no habrá más maldición; y el trono de Dios y
del Cordero estará en ella, y sus siervos le servirán, 22:4 y verán su rostro,
y su nombre estará en sus frentes. 22:5 No habrá allí más noche; y no tienen
necesidad de luz de lámpara, ni de luz del sol, porque Dios el Señor los
iluminará; y reinarán por los siglos de los siglos. 22:6 Y me dijo: Estas
palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los
profetas, ha enviado su ángel, para mostrar a sus siervos las cosas que deben
suceder pronto.
El rio limpio de agua de
vida mencionado en los pasajes anteriores pudiera ser un rio de verdad que
simboliza el Espíritu Santo y la vida, la bendición y el poder espiritual que
El da (Apocalipsis, 7:17, 21:6, 22:17, Isaías,
44:3, Juan, 7:37-39). El árbol de la vida representa la vida eterna
que se le da a toda la población de la nueva ciudad (Génesis, 2:9, 3:22). Las hojas para sanidad describen la
ausencia de cualquier cosa que ocasione dolor físico o espiritual (Ezequiel, 47:12).
Nótese que, aun en el nuevo
cuerpo, los creyentes dependerán del Señor para la vida, la fuerza y la salud.
Ver el rostro del Señor es la meta final de la historia de la redención: Dios
viviendo entre su pueblo fiel en una tierra purgada de todo mal. En esta nueva
tierra los santos verán a Jesucristo y vivirán con el Cordero de Dios quien,
mediante el amor, los redimió por su muerte en la cruz. Su mayor felicidad será
ver a Dios: "Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a
Dios" (Éxodo, 33:20, 23, Isaías, 33:17, Mateo,
5:8, Juan, 14:9, 1 Juan, 3:2).
Como vimos al principio,
este mismo río con sus árboles dando diferentes frutos cada mes y con sus hojas
que tienen poder de sanidad se describe en Ezequiel
47:1-12 como que fluye de debajo del lado sur del Templo de la
Ciudad Santa, ahora llamada Jehová Sama (Jehová
Allí), en Israel (Ezequiel 48:35). Esto nos dice que estamos de
vuelta en la tierra, admirando el río de agua limpia que fluye a través de la
Ciudad Santa.
Según Zacarías 14:4-8, este río comienza a brotar
abruptamente el día que el Señor retorna, corriendo en dirección sur hacia el
valle que acaba de ser formado por el gigantesco terremoto que partió en dos el
Monte de los Olivos, de este a oeste. Una vez que llega allí, llena
completamente ese valle, fluyendo hacia el mar Mediterráneo en el oeste y hacia
el mar Muerto en el este. Sus aguas salutíferas refrescan el Mar Muerto y los
peces del Mediterráneo ahora nadan en abundancia (Ezequiel
47:9-10).
En el lugar en donde el
río se divide hacia el este y el oeste, lo que quedó de la ciudad de Jerusalén
se sitúa en sus bancos. Pero el viejo Monte del Templo, junto con el Domo de la
Roca y la Mezquita de Al Aksa, quedan en completas ruinas en el fondo del río,
para nunca más ser vistas. Todo esto estaba en el camino del terremoto, y el
río se los tragó, finalizando así siglos de contiendas sobre el lugar que Dios
una vez llamó la niña de Su ojo (Zacarías 2:8).
(Esto lo cubrimos en gran detalle en Apocalipsis
11:15-12:17).
Esto confirma que Juan
está hablando del Milenio en la Tierra y no de la eternidad. Y una vez más se
nos dice de siervos que le servirán a Él y reinarán con Él, pero que nunca son
llamados Sacerdotes o Reyes, y están en la Tierra y no en la Nueva Jerusalén.
Todas estas personas son los mártires resucitados de la tribulación de Apocalipsis 7:9-14 y Apocalipsis 20:4.
La venida de cristo está cerca
Apocalipsis, 22:7 ¡He aquí, vengo pronto! Bienaventurado el que guarda
las palabras de la profecía de este libro. 22:8 Yo Juan soy el que oyó y vio
estas cosas. Y después que las hube oído y visto, me postré para adorar a los
pies del ángel que me mostraba estas cosas. 22:9 Pero él me dijo: Mira, no lo
hagas; porque yo soy consiervo tuyo, de tus hermanos los profetas, y de los que
guardan las palabras de este libro. Adora a Dios. 22:10 Y me dijo: No selles
las palabras de la profecía de este libro, porque el tiempo está cerca. 22:11
El que es injusto, sea injusto todavía; y el que es inmundo, sea inmundo
todavía; y el que es justo, practique la justicia todavía; y el que es santo,
santifíquese todavía.
La frase “no selles las palabras de esta profecía” significa que debe proclamarse el mensaje y la
profecía del libro a todos los creyentes y todas las iglesias (Daniel, 12:4). La frase "el que es injusto, sea
injusto todavía" pudiera significar que continuaran en sus
pecados todos los que rechacen la profecía.
Ser un testigo ocular de
la culminación de la historia humana es demasiado para Juan, así que cae a los
pies del ángel que lo guiaba, en un acto de adoración. Pero, a diferencia de
ese otro ángel, aquel que empezó todo este problema en su ansia por ser adorado
(Satanás),
éste reprende a Juan, advirtiéndole que solamente debe de adorar a Quien merece
ser adorado.
Juan fue llamado el
discípulo a quien el Señor amó y quien recibió la descripción más clara del fin
de la era. Con anterioridad, Daniel, llamado el profeta muy amado (Daniel 10:11), también había recibido
descripciones detalladas del mismo período de tiempo. Cuando Daniel pidió una
aclaración se le dijo que las palabras estaban cerradas y selladas hasta el
tiempo del fin (Daniel 12:9).
Daniel, 10:11 Y me dijo: Daniel, varón muy amado, está atento a
las palabras que te hablaré, y ponte en pie; porque a ti he sido enviado ahora.
Mientras hablaba esto conmigo, me puse en pie temblando.
Daniel, 12:9 El respondió: Anda, Daniel, pues estas palabras
están cerradas y selladas hasta el tiempo del fin.
Pero aquí se le dice a
Juan que no selle las palabras porque el tiempo está cerca.
A través de toda la era
de la Iglesia, las profecías de Dios sobre los días finales de la tierra,
estarán disponibles para que todas las personas las puedan leer. Todas aquellas
personas que han estado tan predispuestas podrán ignorarlas y continuar en
desobediencia, y aquellas personas que las han leído y aplicado, pueden hacer
lo bueno y ser santos; pero el fin vendrá tal y como Juan lo vio, sin tener en
cuenta la respuesta de las personas.
Apocalipsis, 22:12 He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para
recompensar a cada uno según sea su obra. 22:13 Yo soy el Alfa y la Omega, el
principio y el fin, el primero y el último.
Este pasaje hace tres
afirmaciones sobre el Señor. Él es el Alfa y la
Omega, el Principio y el Fin, y el
Primero y el Último. Estos no son solamente pensamientos que se
repiten.
Numerosas variaciones
sobre la frase Alfa y Omega han autografiado la obra más grandiosa de Dios
desde el principio. La primera letra del alfabeto griego es Alfa y la última
es Omega. Es como si dijéramos “De la A a la Z” en español. Las
letras equivalentes en el idioma hebreo son Alef y Tau. Estas dos letras
aparecen, no traducidas, en un par de lugares interesantes en las Escrituras
Hebreas. Una se encuentra en Génesis 1:1,
después de la frase “En el principio creó Dios…”,
los cielos y la tierra”.
Zacarías 12:10, en donde en el texto
hebreo leemos, “Y mirarán a mí, el Alef y el
Tau, a quien traspasaron…” Esta es una profecía sobre Israel que
reconoce la verdadera identidad del Mesías al final de la era. Para los griegos
Él es el Alfa y la Omega, el Cristo. Para los hebreos Él es el Alef y el Tau,
el Mesías.
La palabra griega
traducida “principio” es “arjé” la
cual denota un orden de tiempo, lugar o rango. “Fin” viene de la palabra griega
“télos” que significa el resultado final o propósito, el límite superior. De
esta manera, Jesús es el primero en el orden del tiempo, lugar y rango (Colosenses 1:18), y representa el resultado
final y óptimo, que es el propósito del hombre, para ser uno con Dios (Juan 17:20-23).
Colosenses, 1:18 y él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia, él
que es el principio, el primogénito de entre los muertos, para que en todo
tenga la preeminencia;
Juan, 17:20 Mas no ruego solamente por éstos, sino también por
los que han de creer en mí por la palabra de ellos, 17:21 para que todos sean
uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en
nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste. 17:22 La gloria que me
diste, yo les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno. 17:23 Yo
en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en unidad, para que el mundo
conozca que tú me enviaste, y que los has amado a ellos como también a mí me
has amado.
La palabra traducida “primero” es
“prótos” y significa lo óptimo, lo
mejor. De aquí se deriva la palabra “prototipo”. Y “último” viene de la palabra
“escatos”
que es un superlativo que significa lo postrero, lo más lejos, lo final.
El término “escatología” (el estudio de los tiempos finales) se origina de
esta palabra. Él es el prototipo, ante el cual todo lo demás será comparado (Romanos 8:29), lo postrero o ejemplo final de
la raza humana (Hebreos 1:3), el único jamás nacido.
Romanos, 8:29 Porque a los que antes conoció, también los
predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él
sea el primogénito entre muchos hermanos.
Hebreos, 1:3 el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la
imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra
de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio
de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas,
Y así, Él estaba allí
antes del principio y estará allí después del fin. Él representa el propósito
final del hombre y es nuestro ejemplo perfecto.
Apocalipsis, 22:14 Bienaventurados los que lavan sus ropas, para tener
derecho al árbol de la vida, y para entrar por las puertas en la ciudad. 22:15
Mas los perros estarán fuera, y los hechiceros, los fornicarios, los homicidas,
los idólatras, y todo aquel que ama y hace mentira. 22:16 Yo Jesús he enviado
mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias. Yo soy la raíz y
el linaje de David, la estrella resplandeciente de la mañana.
Apocalipsis, 22:15 Mas los perros estarán fuera, y los hechiceros, los
fornicarios, los homicidas, los idólatras, y todo aquel que ama y hace mentira.
Nótese que los últimos
dos capítulos de la Biblia se enfocan en el tema de la mentira.
Se menciona tres veces a
los que viven en la falsedad:
[1] todos los mentirosos
"tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre"
(Apocalipsis, 21:8);
[2] los que hacen
"abominación y mentira" no entraran en la ciudad eterna de Dios
(Apocalipsis, 21:27); y
[3] los que aman y practican la
falsedad quedaran fuera del reino eterno de Dios (Apocalipsis, 22:15);
La mentira es el último
pecado condenado en la Biblia, tal vez porque fue una mentira la que ocasiono
la caída de la humanidad (Génesis, 3:1-5, Juan,
8:44). Estas solemnes palabras deben servir de advertencia a todos
los creyentes que piensen que Dios tolera la mentira y el engaño.
En Apocalipsis, 22:14 se
encuentra la última de las siete bendiciones de Apocalipsis. Las otras seis las
encontramos en Apocalipsis 1:3, 14:13, 16:15,
19:9, 20:6, y 22:7.
Una última vez se nos
recuerda que mientras que nosotros no somos judíos, el Dios que adoramos sí lo
es. La frase “la
raíz y el linaje de David” (Apocalipsis,
22:16) nos recuerda la profecía mesiánica de Isaías 11:1-3.
Isaías, 11:1 Saldrá una vara del tronco de Isaí, y un vástago
retoñará de sus raíces. 11:2 Y reposará sobre él el Espíritu de Jehová;
espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de poder,
espíritu de conocimiento y de temor de Jehová. 11:3 Y le hará entender
diligente en el temor de Jehová. No juzgará según la vista de sus ojos, ni
argüirá por lo que oigan sus oídos;
Algunas
versiones modernas de la Biblia han traducido incorrectamente del hebreo Isaías 14:12, otorgándole a Satanás el título
de Lucero de la Mañana. Cuando se tradujo por primera vez la Biblia al idioma
latín, la palabra hebrea “jeilél”, se convirtió en Lucifer, o el portador de luz, y así
es como se originó ese nombre. Jeilél literalmente significa el que brilla,
pero su intención es la jactancia o el orgullo, llamando la atención hacia sí
mismo o como sintiéndose el centro de todo.
Isaías, 14:12 ¡Cómo caíste del cielo, oh Lucero, hijo de la
mañana! Cortado fuiste por tierra, tú que debilitabas a las naciones.
La
frase completa en Isaías 14:12 es Jeilél ben Sashar que significa el que brilla,
el hijo de la mañana. Nuestro Señor Jesús es la única y sola Estrella
Resplandeciente de la Mañana.
Apocalipsis,
22:17 Y
el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene
sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente.
La
ultima mención del Espíritu Santo en la Biblia lo muestra inspirando a la esposa
(la iglesia) para que invite a todo el que quiera la salvación
a ir a Cristo. La iglesia tiene ahora el poder del Espíritu para llevar a cabo
la evangelización del mundo (Hechos, 1:5-8, 2:4).
Es
la iglesia la que tiene el "ministerio de la reconciliación", es
decir, el encargo de reconciliar al hombre con Dios:
2 Corintios,
5:18 Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió
consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación;
5:19 que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en
cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la
reconciliación.
Este
es el recordatorio final del Señor de que el precio de nuestra salvación ya ha
sido pagado, y está disponible de manera incondicional a cualquier persona que
lo pida.
“Porque
todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le
abrirá” (Mateo 7:8). ¿Cuántas
veces tendrá que decir Él que Él no creó a nadie sin esperanza?.
Apocalipsis, 22:18 Yo
testifico a todo aquel que oye las palabras de la profecía de este libro: Si
alguno añadiere a estas cosas, Dios traerá sobre él las plagas que están
escritas en este libro. 22:19 Y si alguno quitare de las palabras del libro de
esta profecía, Dios quitará su parte del libro de la vida, y de la santa ciudad
y de las cosas que están escritas en este libro.
Apocalipsis,
22:18 Yo
testifico a todo aquel que oye las palabras de la profecía de este libro.
Jesucristo
testificara (dará
testimonio a favor) de todo aquel
que oiga (no
solo escuche sino, fundamentalmente, "obedezca") las
palabras del libro de Apocalipsis.
En
concordancia con Deuteronomio, 4:2 (No añadiréis a
la palabra que yo os mando, ni disminuiréis de ella, para que guardéis los
mandamientos de Jehová vuestro Dios que yo os ordene), Juan finaliza
esta revelación de Jesucristo advirtiendo acerca de creer solo ciertas parte de
la revelación de Dios y rechazar otras que no sean del agrado del lector o de
enseñar conceptos humanos como si formaran parte de la Palabra de Dios.
A
pesar de esta clara advertencia, ha habido muchos intentos de alegorizar o de
espiritualizar este libro en algo diferente a lo que nunca fue su intención de
ser. Este libro de Apocalipsis no es ni historia, ni alegoría, ni fantasía,
sino que es profecía. Y esta se cumplirá tal y como Dios ha prometido, a pesar
de todos los esfuerzos para negarla.
Apocalipsis,
22:20 El
que da testimonio de estas cosas dice: Ciertamente vengo en breve. Amén; sí,
ven, Señor Jesús. 22:21 La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con todos
vosotros. Amén.
Esta
oración de Juan ("Si, ven Señor Jesús")
es una confesión de que mientras El no venga, la redención permanece
incompleta. Todavía no se han vencido el pecado y la maldad y no ha sido
renovado este mundo. [full_width]
LIBROS DEL APOCALIPSIS 20 al 21
Reviewed by jireth
on
marzo 21, 2020
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