LIBROS DEL APOCALIPSIS 15 al 16 Parte 2
Los ángeles con las siete postreras plagas
Apocalipsis, 15:1 Vi en el cielo otra señal, grande y admirable: siete
ángeles que tenían las siete plagas postreras;
porque en ellas se consumaba la ira de Dios. 15:2 Vi también como un mar de
vidrio mezclado con fuego; y a los que habían alcanzado la victoria sobre la
bestia y su imagen, y su marca y el número de su nombre, en pie sobre el mar de
vidrio, con las arpas de Dios. 15:3 Y cantan el cántico de Moisés siervo de
Dios, y el cántico del Cordero, diciendo: Grandes y maravillosas son tus obras,
Señor Dios Todopoderoso; justos y verdaderos son tus caminos, Rey de los
santos. 15:4 ¿Quién no te temerá, oh Señor, y glorificará tu nombre? pues sólo
tú eres santo; por lo cual todas las naciones vendrán y te adorarán, porque tus
juicios se han manifestado.
Estas plagas contienen
los juicios finales de Dios sobre la tierra durante la Tribulación. Se les
llama los juicios de las siete copas de oro (Apocalipsis,
15:7) y comienzan en el capítulo 16. Las siete copas de juicio son
el despliegue de la séptima trompeta de juicio (Apocalipsis,
11:15). Los que habían alcanzado la victoria sobre la bestia son los
que no abandonaron su fe en Cristo cuando el anticristo los persiguió o amenazo
o asesino (Apocalipsis, 13:7-11).
El momento para los
juicios de las copas de la ira está sobre nosotros. Toda la ira de Dios que
empezó en el Capítulo 6, se avecina. Esta se ha acumulado en etapas para darles
a todas las personas que lo desean la oportunidad de buscar al Señor y encontrarlo, antes de que sea
demasiado tarde. Pero ahora el clímax está a la puerta. Después de que
se completen los juicios de las copas de la ira, los justos requisitos de Dios
para el juicio sobre todas las personas que han rechazado Sus serios e
incesantes llamados para que se reconcilien con Él, habrán sido satisfechos.
Por fin el Planeta Tierra estará listo para recibir a Su Rey y disfrutar la paz
que solamente Él puede brindar.
Lo que ya he dicho con
anterioridad merece ser repetido. La ira de Dios no comienza aquí. Comenzó con los juicios de los sellos como se
indica en Apocalipsis 6:17 y termina con los juicios venideros de las copas
de la ira de Apocalipsis 16 (próximo capítulo que
estudiaremos).
La prueba de que la ira
de Dios comenzó en Apocalipsis 6 es
el siguiente versículo:
Apocalipsis, 6:17 porque el gran día de su ira ha
llegado; ¿y quién podrá sostenerse en pie?
Los judíos y gentiles
que han sido martirizados por rehusar ponerse la marca de la bestia empiezan a
llegar al cielo. Estos son aquellas personas que serán reunidas con sus cuerpos
físicos en Apocalipsis 20:4.
Apocalipsis, 20:4 Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos los
que recibieron facultad de juzgar; y vi las almas de los decapitados por causa
del testimonio de Jesús y por la palabra de Dios, los que no habían adorado a
la bestia ni a su imagen, y que no recibieron la marca en sus frentes ni en sus
manos; y vivieron y reinaron con Cristo mil años.
De la misma manera como
la multitud de Apocalipsis 7 que
sirve a Dios en el Templo pero que nunca se les llama sacerdotes, estos
mártires reinarán con Cristo pero nunca son llamados reyes. Solamente la
Iglesia puede ser llamada “Reyes y Sacerdotes”.
El pensamiento del
hombre se conformará al de Dios, lo cual por tanto tiempo fue resistido, pero
finalmente será logrado. Después de la destrucción cierta y total del
anticristo y sus aliados, toda rodilla se doblará en el Cielo, en la Tierra y
debajo de la Tierra, y toda lengua confesará que Jesucristo es Señor (Filipenses
2:10-11).
Apocalipsis, 15:5 Después de estas cosas miré, y he aquí fue abierto en el cielo el
templo del tabernáculo del testimonio; 15:6 y del templo salieron los siete
ángeles que tenían las siete plagas, vestidos de lino limpio y resplandeciente,
y ceñidos alrededor del pecho con cintos de oro. 15:7 Y uno de los cuatro seres
vivientes dio a los siete ángeles siete copas de oro, llenas de la ira de Dios,
que vive por los siglos de los siglos. 15:8 Y el templo se llenó de humo por la
gloria de Dios, y por su poder; y nadie podía entrar en el templo hasta que se
hubiesen cumplido las siete plagas de los siete ángeles.
Juan vio un templo en el
cielo como el tabernáculo del AT que contenía los 10 mandamientos (Éxodo, 32:15, 40:30-35, Números, 17:7). Esto
significa que los juicios son el resultado de la oposición de Dios al pecado y
del rechazo humano de su ley y de su palabra.
Estos serán los últimos
juicios divinos sobre un mundo malvado, antes de que Cristo reine. El hecho de
que nadie pueda entrar en el templo hasta que las plagas sean completadas (Apocalipsis, 15:8) significa que nadie puede
interceder para detener el juicio. Dios ha declarado el fin y su juicio será
completo y sin misericordia.
El hecho de que estos
ángeles estén vestidos de lino limpio y resplandeciente, significa que los juicios son justos. La Tierra se merece
cada fragmento de lo que se avecina y no será una situación agradable.
El Rey del Universo se
encierra en Su templo para lamentar la necesidad de todo esto (“nadie podía entrar en el templo hasta que se hubiesen
cumplido las siete plagas”), y una vez más se nos muestra que Él no hará
nada ni para acortar la duración como tampoco para disminuir el impacto de
estos juicios finales.
Todo esto correrá su
curso y nadie puede cambiar eso ahora.
Las copas de la ira
Apocalipsis, 16:1 Oí una gran voz que
decía desde el templo a los siete ángeles: Id y derramad sobre la tierra las
siete copas de la ira de Dios. 16:2 Fue el primero, y derramó su copa sobre la
tierra, y vino una úlcera maligna y pestilente sobre los hombres que tenían la
marca de la bestia, y que adoraban su imagen.
Comienza ahora el
derramamiento de las siete copas de la ira de Dios, poco antes del retorno de
Cristo a la tierra. Una gran guerra mundial ocurrirá hacia el fin de esos
juicios (Apocalipsis, 16:14, 16, Daniel,
11:36-45) que son más intensos y
severos que los precedentes.
Todo el mundo fue
advertido sobre las terribles consecuencias que tendría el tomar la marca (Apocalipsis 14:9-12).
Apocalipsis, 14:9 Y el tercer ángel los siguió, diciendo a gran voz:
Si alguno adora a la bestia y a su imagen, y recibe la marca en su frente o en
su mano, 14:10 él también beberá del vino de la ira de Dios, que ha sido
vaciado puro en el cáliz de su ira; y será atormentado con fuego y azufre
delante de los santos ángeles y del Cordero; 14:11 y el humo de su tormento
sube por los siglos de los siglos. Y no tienen reposo de día ni de noche los
que adoran a la bestia y a su imagen, ni nadie que reciba la marca de su
nombre. 14:12 Aquí está la paciencia de los santos, los que guardan los
mandamientos de Dios y la fe de Jesús.
Apocalipsis, 16:3 El segundo ángel derramó
su copa sobre el mar, y éste se convirtió en sangre como de muerto; y murió
todo ser vivo que había en el mar.
El mar se contamina
tanto que muere toda criatura que vive en él y el color de su contaminación se
parece a la sangre (Éxodo, 7:20-25).
Lo mismo sucede con los ríos y manantiales (Apocalipsis,
16:4).
Una tercera parte del
mar había sido golpeado durante los juicios de las trompetas. Ahora, lo que
quedó se contamina.
Apocalipsis, 16:4 El tercer ángel derramó su copa sobre los ríos, y
sobre las fuentes de las aguas, y se convirtieron en sangre. 16:5 Y oí al ángel
de las aguas, que decía: Justo eres tú, oh Señor, el que eres y que eras, el
Santo, porque has juzgado estas cosas. 16:6 Por cuanto derramaron la sangre de
los santos y de los profetas, también tú les has dado a beber sangre; pues lo
merecen. 16:7 También oí a otro, que desde el altar decía: Ciertamente, Señor
Dios Todopoderoso, tus juicios son verdaderos y justos.
Los que objetan la
justicia de Dios en sus juicios, no entienden la terrible maldad del pecado ni
con cuanta intensidad Dios lo aborrece. Un Dios santo y justo necesariamente
debe oponerse a la maldad y castigarla (Juan,
3:19, Hebreos, 1:9, Salmos, 119:137).
Y, de nuevo, las fuentes de agua fresca son
atacadas. Habían sido parcialmente envenenadas antes (Apocalipsis 8:11), pero ahora todas se
convierten en sangre, como el mar.
Apocalipsis, 8:11 Y el nombre de la estrella es Ajenjo. Y la tercera
parte de las aguas se convirtió en ajenjo; y muchos hombres murieron a causa de
esas aguas, porque se hicieron amargas.
Por segunda vez (v. 5),
el Nombre de Dios no contiene “y que vendrás”.
Pero ahora el Nombre también indica la pluralidad de la Trinidad. (Algunas
traducciones le agregan la frase “y que vendrás”, y otras no lo hacen.) Todas
aquellas personas que están bajo el altar claman apoyando esos juicios. Es la
sangre de ellas a lo que el ángel de las aguas se está refiriendo. Ellas le
habían pedido al Señor cuánto tiempo tendrían que esperar hasta que su sangre
fuera vengada, y ahora ha terminado su espera (Apocalipsis
6:9-10).
Apocalipsis, 6:9 Cuando abrió el quinto sello, vi bajo el
altar las almas de los que habían sido muertos por causa de la palabra de Dios
y por el testimonio que tenían. 6:10 Y clamaban a gran voz, diciendo: ¿Hasta
cuándo, Señor, santo y verdadero, no juzgas y vengas nuestra sangre en los que
moran en la tierra?
Entre los seres
celestiales (ángeles)
creados por Dios tenemos a los "dominios" o "dominaciones".
Se les llama así porque tienen la orden de ejecutar la voluntad de Dios
distribuyendo a los ángeles inferiores en sus funciones y ministerios. Se
caracterizan por “dominar” (de ahí su nombre) sobre
reinos creados. Gobiernan sobre el reino acuático, el reino mineral, reino
vegetal y reino animal. Estos cuatro reinos son gobernados por ángeles. El jefe
de ellos es el famoso ángel RAFAEL (jefe de los dominios).
Apocalipsis, 16:5 menciona al “ángel de las aguas” (Apocalipsis,
16:5 Y oí al ángel de las aguas, que decía:). O sea: hay alguien entre
los seres celestiales que tiene potestad sobre el reino acuático (sobre las aguas). Alguien que tiene la orden de
ejecutar juicio y provocar muerte convirtiendo las aguas del mar y de los ríos
en sangre (porque “ellos derramaron las sangre de
los santos y de los profetas”). Un ángel, en suma, que gobierna sobre
las aguas. Pero no solo hay ángeles que gobiernan sobre las aguas. También hay
ángeles que gobiernan sobre los cuatro puntos cardinales y también sobre el
viento, el granizo y la nieve. Lo cual significa que, detrás de todo fenómeno
natural, hay un ángel controlándolo todo por orden de Dios.
Apocalipsis, 7:1 Después de esto vi a cuatro ángeles en pie sobre los
cuatro ángulos de la tierra, que detenían los cuatro vientos de la tierra, para
que no soplase viento alguno sobre la tierra, ni sobre el mar, ni sobre ningún
árbol.
Una hoja de un árbol no
cae sin el permiso de Dios, y Dios emite el permiso por medio de los ángeles.
Los ángeles tienen funciones de detener o dejar pasar vientos, aguas, etc.
Detrás de todo fenómeno natural hay ángeles cumpliendo una orden directa de
Dios.
Apocalipsis, 16:8 El cuarto ángel derramó su copa sobre el sol, al
cual fue dado quemar a los hombres con fuego. 16:9 Y los hombres se quemaron
con el gran calor, y blasfemaron el nombre de Dios, que tiene poder sobre estas
plagas, y no se arrepintieron para darle gloria.
Una gran ola de calor
cubrirá la tierra y será tan insoportable que las personas blasfemaran contra
Dios (Mateo, 4:1). Se les endurecerá
tanto el corazón que se negaran a arrepentirse (Apocalipsis,
16:11). Compárese esto con las condiciones de los que están en el
cielo, de quienes se dice: Apocalipsis, 7:16 Ya no tendrán hambre ni sed, y el sol no caerá
más sobre ellos, ni calor alguno;
En los EE.UU., este año
2012 ha sido el más caluroso que se ha registrado hasta el momento. Se han roto
o igualado miles de marcas de temperatura. La principal causa de ello es el aumento
en la temperatura del sol.
A pesar de los esfuerzos
patéticos del hombre para legislar una reversión de ese efecto, esta tendencia
continuará hasta que llegará el momento en que las personas literalmente se
encenderán en llamas ante la exposición directa al calor del sol.
Apocalipsis, 16:10 El quinto ángel derramó su copa sobre el trono de la
bestia; y su reino se cubrió de tinieblas, y mordían de dolor sus lenguas,
16:11 y blasfemaron contra el Dios del cielo por sus dolores y por sus úlceras,
y no se arrepintieron de sus obras.
La quinta copa comienza a hundir en
confusión al dominio mundial del anticristo. Estos juicios especiales se
concentran en su cuartel general y en sus seguidores (el "trono de la
bestia"). Aun en medio del terrible juicio de Dios, las personas optaran
por vivir en pecado y persistir en su rebelión contra la justicia. El
arrepentimiento es el único acto que detendrá los juicios de Dios (Apocalipsis, 2:21, 9:21, 16:9), pero se
negaran a arrepentirse.
Ahora las cosas se están
volviendo personales. Habiendo sumergido la Tierra en la oscuridad espiritual,
el anticristo es atacado con la oscuridad física, con lo cual se le agrega más
incomodidad a las llagas y a las quemaduras del sol. Ninguna lámpara, ni el
fuego, ni aun la luz del sol, serán de ayuda alguna ante esta oscuridad que es
tan densa que casi se puede palpar. El esfuerzo de Satanás para transformar la
verdad en una mentira ha sido tan efectivo, que las personas maldicen a Dios por
su situación, endureciendo aún más sus corazones para no arrepentirse. Creyendo
que Dios es su enemigo y que Satanás está tratando de salvarlos, toda esta
gente se mantiene firme en su lealtad al anticristo.
Apocalipsis, 16:12 El sexto
ángel derramó su copa sobre el gran río Éufrates;
y el agua de éste se secó, para que estuviese preparado el camino a los reyes
del oriente. 16:13 Y vi salir de la boca del dragón, y de la boca de la bestia,
y de la boca del falso profeta, tres espíritus inmundos a manera de ranas;
16:14 pues son espíritus de demonios, que hacen señales, y van a los reyes de
la tierra en todo el mundo, para reunirlos a la batalla de aquel gran día del
Dios Todopoderoso.
Los "reyes del oriente" representan a naciones del
oriente que participaran en un gran conflicto, llevados por el poder satánico a
la batalla de Armagedón (Apocalipsis, 16:16,
19:17-21). El
sexto ángel prepara el camino para la última batalla de los siglos al
secar el rio Éufrates, permitiendo así que se acerquen a Israel los ejércitos
del este (Isaías, 11:15). Las "ranas" que salen de la boca del dragón
(Satanás), de la boca de la bestia (el anticristo) y de la boca del falso
profeta son demonios que pueden hacer milagros y así engañar a las naciones
para apoyar al mal, al pecado y al anticristo.
El "dragón" es Satanás (Apocalipsis, 12:9) y la "bestia" es el anticristo (Apocalipsis, 13). Durante la Tribulación, los
gobernantes de las naciones estarán endemoniados. Engañados por Satanás
mediante milagros, entraran en un plan demente que hunde al mundo entero en un
gran holocausto.
La gran frontera entre
el este y el oeste finalmente es removida y la coalición de los victoriosos de
las guerras del oriente de Apocalipsis 9:13-16,
cuyas mentes han sido incitadas por los espíritus malignos, se dirigen
atronadoramente hacia el Medio Oriente, para el enfrentamiento final.
Apocalipsis, 9:13 El
sexto ángel tocó la trompeta, y oí una voz de entre
los cuatro cuernos del altar de oro que estaba delante de Dios, 9:14 diciendo
al sexto ángel que tenía la trompeta: Desata a los cuatro ángeles que están
atados junto al gran río Éufrates. 9:15 Y fueron desatados los cuatro ángeles
que estaban preparados para la hora, día, mes y año, a fin de matar a la
tercera parte de los hombres. 9:16 Y el número de los ejércitos de los jinetes
era doscientos millones. Yo oí su número.
Antes de proseguir, este
es el momento para un pequeño repaso de la historia, cortesía de Daniel 11:40-45.
Daniel, 11:40 Pero al cabo del tiempo el rey del sur contenderá
con él; y el rey del norte se levantará contra él como una tempestad, con
carros y gente de a caballo, y muchas naves; y entrará por las tierras, e
inundará, y pasará. 11:41 Entrará a la tierra gloriosa, y muchas provincias
caerán; mas éstas escaparán de su mano: Edom y Moab, y la mayoría de los hijos
de Amón. 11:42 Extenderá su mano contra las tierras, y no escapará el país de
Egipto. 11:43 Y se apoderará de los tesoros de oro y plata, y de todas las
cosas preciosas de Egipto; y los de Libia y de Etiopía le seguirán. 11:44 Pero
noticias del oriente y del norte lo atemorizarán, y saldrá con gran ira para
destruir y matar a muchos. 11:45 Y plantará las tiendas de su palacio entre los
mares y el monte glorioso y santo; mas llegará a su fin, y no tendrá quien le
ayude.
Cuando Alejandro Magno
murió en el año 323 a.C., el Imperio Griego fue dividido entre sus cuatro
generales. Casandro tomó los territorios europeos del este, alrededor del Mar
Adriático. Seleuco tomo Turquía, Irak y Siria. Lisímaco obtuvo las provincias
orientales que abarcaban Irán e India. Y Ptolomeo obtuvo Egipto. A Casandro no
lo menciona Daniel 11, y Seleuco más
tarde derrotó a su amigo Lisímaco, adquiriendo así Irán y el Imperio Oriental
en el proceso. La historia de Daniel 11 es sobre los Reyes del Norte (los Seleucos) y los
Reyes del Sur (los Ptolomeos), los cuales pelearon entre sí por el control del
mundo conocido durante más de 150 años. Estos son los reyes que Daniel 11:40-45 describe.
Por supuesto que cuando
Daniel escribió el capítulo 11 cerca del año 539 a.C. todos estos hombres ni
siquiera habían nacido, y el reino de Alejandro aún estaba 200 años en el
futuro.
Pero ésta es una
abrumadora demostración del conocimiento de Dios sobre el futuro. Hay 135
profecías cumplidas que han sido históricamente verificadas, solamente en los
primeros 35 versículos de Daniel 11, todas las cuales fueron escritas entre 200
y 400 años antes de que sucedieran los hechos allí narrados. Esto le da
credibilidad a lo que Daniel escribió sobre los tiempos del fin, inspirado por
Dios, los cuales comienzan en el versículo 36. Pero por el momento, nos vamos a
concentrar en los versículos 40 al 45.
En el mismo momento en
que los Reyes del Oriente de Apocalipsis, 16:12 comienzan su marcha, otro gran ejército
procedente del norte, empieza a movilizarse también. Con anterioridad, el Rey
del Norte (principalmente Irán, Irak, Turquía y Siria) se había unido con el
Rey del Sur (Egipto) para oponerse al
movimiento del anticristo de querer controlar el Medio Oriente, pero este
último los vencerá. Solamente Jordania, el lugar del escondite de los judíos,
permanecerá intacto (Daniel 11:40-43).
Por eso es que esta nueva amenaza del norte no puede ser la del ya derrotado
Rey del Norte.
Los informes sobre el
movimiento de esta gran fuerza de combate, procedente del este y del norte,
atemorizan grandemente al anticristo. ¿Qué es lo
que van a hacer? ¿Es esta la alianza Rusa-China que tanto ha atemorizado al
mundo?. ¿O será cada hombre por sí mismo?.
Instalando su centro de
operaciones en Jerusalén, el anticristo alista sus tropas para encontrarse con
ellos, en lo que será la última batalla por el Planeta Tierra (Daniel 11:44-45).
Según algunas estimaciones,
en este conflicto podría haber hasta 400 millones de combatientes, antes de que
todo termine. La sangre de los muertos forma un río que fluye desde Meguido, en
el centro de Israel, hasta llegar a Petra en Jordania, de casi 280 kilómetros
de largo (Apocalipsis 14:20).
Apocalipsis, 14:20 Y fue pisado el lagar fuera de la ciudad, y del
lagar salió sangre hasta los frenos de los caballos, por mil seiscientos
estadios.
Apocalipsis, 16:15 He aquí, yo vengo como ladrón. Bienaventurado el que
vela, y guarda sus ropas, para que no ande desnudo, y vean su vergüenza. 16:16
Y los reunió en el lugar que en hebreo se llama Armagedón.
Armagedón,
localizado en la parte central del norte de Palestina, significa "la
montaña de Megido" y será el centro de “la batalla de aquel gran día del
Dios Todopoderoso” (Apocalipsis, 16:14).
Esta batalla ocurrirá hacia el fin de la Tribulación y concluirá cuando Cristo
vuelva para destruir la maldad (Apocalipsis,
14:19), para liberar a su pueblo y para inaugurar el reino mesiánico.
Nótese lo siguiente respecto
a este acontecimiento:
[1] Los profetas del AT
profetizaron acerca de el (Deuteronomio, 32:43,
Jeremías, 25:31, Joel, 3:2, 9-17, Sofonías, 3:8, Zacarías, 14:2-5).
[2] Satanás y los
demonios juntaran muchas naciones bajo la dirección del anticristo para hacer
guerra contra Dios, su ejército y su pueblo y para destruir a Jerusalén (Apocalipsis, 16:13-14, 16, 17:14, 19:14, 19, Ezequiel, 38
y 39, Zacarías, 14:2). Aunque el punto focal será en la tierra de
Israel, el acontecimiento de Armagedón incluirá el mundo entero (Jeremías, 25:29-38).
[3] Cristo volverá e
intervendrá de manera sobrenatural para destruir al anticristo y sus ejércitos
(Apocalipsis, 19:19-21, Zacarías, 14:1-5)
y a todo el que desobedece el Evangelio (Salmos,
110:5, Isaías, 66:15-16, 2 Tesalonicenses, 1:7-10). Dios también enviara
destrucción y terremotos sobre el mundo entero en ese tiempo (Apocalipsis, 16:18-19, Jeremías, 25:29-33).
Esta advertencia (Apocalipsis, 16:15
He aquí, yo vengo como ladrón.
Bienaventurado el que vela, y guarda sus ropas, para que no ande desnudo, y
vean su vergüenza) es la segunda indicación (la primera se encuentra en
Apocalipsis 14:12-13) de que los creyentes de la tribulación serán los
responsables de mantener su propia salvación, lo cual se simboliza por mantener
[guardar] sus vestiduras con ellos.
Apocalipsis, 14:12 Aquí está la paciencia de los santos, los que
guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús. 14:13
Oí una voz que desde el cielo me decía: Escribe: Bienaventurados de aquí
en adelante los muertos que mueren en el Señor. Sí, dice el Espíritu,
descansarán de sus trabajos, porque sus obras con ellos siguen.
Si usted está
familiarizado y familiarizada con la referencia simbólica de las vestiduras,
entonces sabrá lo que este versículo significa. Si no es así, repasémoslo.
Isaías, 61:10 En gran manera me gozaré en Jehová, mi alma se
alegrará en mi Dios; porque me vistió con vestiduras de salvación, me rodeó de
manto de justicia, como a novio me atavió, y como a novia adornada con sus
joyas.
De la misma manera como
los vestidos proveen una protección física, la justicia provee una protección
espiritual. En el primer momento de creer, Dios viste a la Iglesia con Su
propia justicia (2 Corintios 5:21) y
la sella con el Espíritu Santo en nosotros garantizando de esa manera nuestra
salvación (Efesios 1:13-14).
2 Corintios, 5:21 Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo
pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.
Efesios, 1:13 En él también vosotros, habiendo oído la palabra de
verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis
sellados con el Espíritu Santo de la promesa, 1:14 que es las arras de nuestra
herencia hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de su
gloria.
Pero en el Libro de
Apocalipsis, no hay ninguna indicación de que el Espíritu Santo more en los
creyentes para garantizarles su seguridad durante la tribulación, como lo hace
durante la Era de la Iglesia. Y como era el caso con los santos del Antiguo
Testamento, todas estas personas deben de mantenerse despiertas y alertas y
constantemente estar confirmando su posición ante Dios. Aquí se les advierte
que permanezcan alertas y que guarden su justicia intacta porque el tiempo es
muy corto y si no son cuidadosas serán tomadas por sorpresa.
El nombre Armagedón se
deriva de la frase hebrea Har Meguido, o Monte Meguido. Este es un lugar en el
centro de Israel, en la entrada occidental del Valle de Jezreel. El Rey Salomón
tenía grandes establos en ese lugar, y Napoleón le llamó el campo de batalla
ideal sobre la tierra. En este versículo se utiliza como el escenario para que
las tropas se concentren en contra de Jerusalén.
Es el único lugar en la
Tierra que Dios ha reclamado para Sí Mismo (2
Crónicas 6:5-6), y, por consiguiente, las fuerzas que se le oponen
lo quieren para ellas mismas.
2 Crónicas, 6:5 Desde el día que saqué a
mi pueblo de la tierra de Egipto, ninguna ciudad he elegido de todas las tribus
de Israel para edificar casa donde estuviese mi nombre, ni he escogido varón que
fuese príncipe sobre mi pueblo Israel. 6:6 Más a Jerusalén he elegido para que
en ella esté mi nombre, y a David he elegido para que esté sobre mi pueblo
Israel.
Apocalipsis, 16:17 El séptimo ángel derramó su copa por el aire; y salió una gran voz del templo
del cielo, del trono, diciendo: Hecho está. 16:18 Entonces hubo relámpagos y
voces y truenos, y un gran temblor de tierra, un terremoto tan grande, cual no
lo hubo jamás desde que los hombres han estado sobre la tierra. 16:19 Y la gran
ciudad fue dividida en tres partes, y las ciudades de las naciones cayeron; y
la gran Babilonia vino en memoria delante de Dios, para darle el cáliz del vino
del ardor de su ira. 16:20 Y toda isla huyó,
y los montes no fueron hallados. 16:21 Y
cayó del cielo sobre los hombres un enorme granizo como del peso de un talento;
y los hombres blasfemaron contra Dios por la plaga del granizo; porque su plaga
fue sobremanera grande.
Este pasaje desafía
cualquier descripción. Dios le ha dado al Planeta Tierra Sus juicios más
severos jamás vistos antes. Un poco más y literalmente el planeta dejaría de
existir.
Los terremotos destruyen
todas las ciudades, dejándolas en ruinas. Babilonia, la enemiga antigua de
Dios, es señalada para un trato especial, el cual abordaremos la próxima vez.
Toda la Tierra está siendo reconstruida en este ciclo final de juicios, los
cuales son en parte para erradicar todo trazo de las intenciones malvadas del
hombre, y en parte también para prepararla a un cambio completo para la Era del
Reino (Hechos 3:21).
El castigo bíblico por
la blasfemia es la muerte a pedradas (Levítico
24:10-16).
Levítico, 24:10 En aquel tiempo el hijo de una mujer israelita, el
cual era hijo de un egipcio, salió entre los hijos de Israel; y el hijo de la
israelita y un hombre de Israel riñeron en el campamento. 24:11 Y el hijo de la mujer israelita blasfemó el
Nombre, y maldijo; entonces lo llevaron a Moisés. Y su madre se llamaba
Selomit, hija de Dibri, de la tribu de Dan. 24:12 Y
lo pusieron en la cárcel, hasta que les fuese declarado por palabra de Jehová. 24:13 Y Jehová habló a Moisés, diciendo: 24:14 Saca
al blasfemo fuera del campamento, y todos los que le oyeron pongan sus manos
sobre la cabeza de él, y apedréelo toda la congregación. 24:15 Y a los hijos de Israel hablarás, diciendo:
Cualquiera que maldijere a su Dios, llevará su iniquidad. 24:16 Y el que blasfemare el nombre de Jehová, ha
de ser muerto; toda la congregación lo apedreará; así el extranjero como el
natural, si blasfemare el Nombre, que muera.
El anticristo y los
moradores de la tierra han estado blasfemando el Nombre de Dios desde el
comienzo. Y ahora viene la fase del castigo. Pedazos de hielo de hasta 45
kilogramos de peso, caen violentamente del cielo produciendo una devastación
sin paralelo. Dios está apedreando a la gente de la tierra por su blasfemia. Y
aun así lo siguen blasfemando.
Más adelante, cubriremos
la destrucción de las tres fuerzas poderosas que forman Babilonia la Grande, y
que han oprimido y esclavizado a la humanidad a través de casi toda su
historia. Estas son, por su naturaleza:
[1] la religión;
[2] el
comercio; y
[3] el
gobierno;
Y cada una es tratada en
la medida especial de la ira de Dios. [full_width]
LIBROS DEL APOCALIPSIS 15 al 16 Parte 2
Reviewed by jireth
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marzo 21, 2020
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