Sanidad Interior y Liberacion PART.5
¿Cómo las personas evaden su
responsabilidad cuando juzgan?
• Justificando su juicio. Piensan que lo que están haciendo es lo
correcto, pero esto no es razón suficiente para juzgar.
Un buen ejemplo es, el de un pastor que había
sido libre del hábito de fumar y, tres años después, se encuentra juzgando a
otra persona por hacer lo mismo. Si bien, fumar no es correcto, eso no le
autorizaba a él a condenar a su hermano, y mucho menos, cuando él mismo había
cometido la misma falta años atrás; al contrario, debería sentir mayor
compasión y deseos de ayudarlo a encontrar la libertad de esa atadura.
• Con comentarios o "críticas constructivas". Comentarios como: "esa persona
no debería estar arriba cantando porque es mundana". Sigue siendo juicio,
aunque su justificación, sea el interés que usted tiene por la santidad en el
servicio al Señor.
• Usando una excusa antes de un comentario. Frases, tales
como: "Yo nunca he hablado nada de nadie, pero..." "Yo nunca he
juzgado a nadie y no es que esté juzgando, pero...". Muchas veces,
simplemente quieren aliviar la conciencia antes de emitir el juicio.
LAS CUATRO LEYES ESPIRITUALES
Cuando juzgamos a otros venimos a ser o a
hacer lo mismo que juzgamos.
Para entender esto mejor, vamos a ver la historia
de Jaime que es una buena ilustración:
Jaime, era un hombre casado que tenía una
buena relación con su esposa; y era de apariencia seria y responsable; pero por
las noches, frecuentaba bares donde consumía alcohol y conocía mujeres con las
cuales cometía adulterio. Jaime realmente, no quería hacer esto, y se sentía
mal porque amaba a su esposa, y ella confiaba en él. Él se repetía a sí mismo:
"No me entiendo, no quiero hacer esto,
pero no puedo parar". Lo que Jaime no recordaba, era que en el pasado, él
mismo había juzgado diariamente a su padre por el mismo comportamiento. Su
padre había sido alcohólico y mujeriego; este juicio había atraído sobre él el
mismo espíritu que había dominado a su padre.
Jaime, al juzgar a su padre, lo estaba
deshonrando, pero, con el correr del tiempo, le siguió los pasos. Vemos cómo
con la misma medida que midió, fue medido; lo que él tanto había criticado en
su padre, le sucedió a él mismo. Gracias a Dios, se oró por Jaime, él se
arrepintió y fue libre. Amén.
«Por lo cual eres inexcusable, oh hombre,
quienquiera que seas tú que juzgas; pues en lo que juzgas a otro, te condenas a
ti mismo; porque tú que juzgas haces lo mismo». Romanos 2.1
¿Cómo dejar de
juzgar?
• Arrepintiéndose del pecado de juicio. Sea específico.
• Confesando su pecado.
• Rompiendo el juicio que hizo contra otra persona.
• Bendiciendo a las personas que juzgó.
Cuando se juzga a una persona, se crea una
pared invisible.
Pregúntese si hay cosas en su vida que no
están funcionando bien. Tal vez sea porque en esa área ha juzgado a alguien y
está cosechando el fruto de su juicio.
Todo lo que el hombre sembrare, eso segará.
Lo que esta ley significa, en realidad es el
equivalente al dicho del mundo que dice: "No hagas a otro lo que no quieres
que te hagan a ti", y yo le agrego: "haz a otros lo que quisieras
para ti o para los tuyos".
«Asi que, todas las cosas que queráis que los
hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto
es la ley y los profetas». Mateo 7.12
Sembrar es hacer o dar a otro algo, ya sea un
bien, una buena dádiva o también un mal. Segar o cosechar es recoger o recibir.
De la misma manera, en el mundo espiritual,
se crea un ciclo donde siembras un bien y siegas, recoges bien, o por el
contrario, siembras mal y recibes mal. Como todas las otras leyes, ésta tampoco
falla. Lo que hoy vivimos, es el resultado directo de lo que hemos sembrado en
otros en el curso de nuestra vida.
Es importante revisar qué hemos hecho, qué
hemos dado, con cuánto amor hemos tratado a los que nos rodean, conocidos o no.
Si en su corazón siente que en esa área de su vida puede o debe cambiar,
¡hágalo! Su futuro y el de sus seres queridos cambiará porque también ellos
cosecharán el bien que haga a otros.
¿Qué sembraremos?
Amor, dinero, tiempo. Lo que sembremos, ya
sea para el espíritu o para la carne, eso recogeremos.
«No os engañéis: Dios no puede ser burlado:
pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará. Porque el que siembra
para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el
espíritu, del Espíritu segará vida eterna. No nos cansemos, pues, de hacer
bien; que a su tiempo segaremos, si no hubiéramos desmayado. Así que, entre
tanto que tenemos tiempo, hagamos bien a todos, y mayormente a nuestros
hermanos en la fe». Gálatas 6.7-10
Muchas veces, cosechamos en el mismo momento
en que sembramos, y en otras ocasiones, se toma tiempo, a veces meses y aun
años; pero, eventualmente, la cosecha vendrá. A no ser, claro está, que no haya
arrepentimiento en su vida.
Las Cuatro Leyes Espirituales
Hay muchos creyentes, que después de que se
les ministró sanidad interior, todavía siguen sin-
tiendo que sus problemas no se han resuelto.
Y una de las razones suele ser, que han violado las cuatro leyes espirituales,
y de alguna manera, todos somos producto de ellas, según las respetemos o no.
«Hijos, obedeced en el Señor a vuestros
padres, porque esto es justo». Efesios 6.1
«No os engañéis; Dios no puede ser burlado,
pues todo lo que el hombre siembre, eso también segará». Gálatas 6.7
¡«No juzguéis, para que no seáis juzgados,
porque con el juicio con que juzgáis seréis juzgados, y con la medida con que
medís se os medirá». Mateo 7.1, 2
«Por eso eres inexcusable, hombre, tú que
juzgas, quienquiera que seas, porque al juzgar a otro, te condenas a ti mismo,
pues tú que juzgas haces lo mismo». Romanos 2.1 Las cuatro grandes leyes bíblicas:
1. Honrar a padre y madre.
2. No juzgar para no ser juzgado.
3. Todo lo que el hombre siembra, eso segará.
4 Cuando juzgamos a otros, venimos a ser y hacer lo
mismo.
5 Cada una de estas leyes espirituales es un principio de
la palabra de Dios, y cuando son violadas, se recoge el fruto de ello.
Una ley siempre funciona y cualquiera que la
aplique para bien o para mal, cosechará tarde o temprano el fruto de sus
decisiones. Cada una de estas leyes amerita una explicación detallada, la cual
veremos a continuación.
1. Honrar a padre y madre
¿Qué significa honrar? Honrar significa: obedecer, valorar, estimar,
respetar, amar, perdonar, y además, ayudar financieramente. Hay muchos padres
que no se han conducido correctamente, pero eso no excluye a los hijos de la
responsabilidad, como hijos de Dios, de amarlos y honrarlos.
«Honra a tu padre y a tu madre, como jehová,
tu Dios, te ha mandado, para que sean prolongados tus días y para que te vaya
bien sobre la tierra que Jehová, tu Dios, te da». Deuteronomio 5.16
Hay hijos que maldicen y maltratan a sus
padres, tanto en forma verbal, como física. Algunos se atreven a levantar el
puño en contra de ellos. De seguro, cada uno de estos hijos cosechará la
deshonra que le da a sus padres. Cada persona tiene que entender que no puede
vivir deshonrando sin sufrir las consecuencias que esto conlleva.
¿Cómo podemos honrar a nuestros padres?
• Emocionalmente. Mostrando amor hacia ellos en momentos
difíciles y compartiendo tiempo con ellos. Algunas veces, los padres están
pasando por un tiempo de prueba y soledad; es un deber de los hijos apoyarlos
emocionalmente en esos momentos difíciles.
• Verbalmente. Muchas veces, los padres están equivocados en su manera
de pensar, pero eso no le da derecho a los hijos de faltarles al respeto
verbalmente. Ellos son una autoridad sobre los hijos, y éstos deben obedecerles
respetarlos.
«Hijos, obedeced en el Señor a vuestros
padres, porque esto es justo». Efesios 6.1
• Financieramente.
Cuando los padres llegan a un momento en que no pueden valerse por sí solos,
los hijos deben asumir una responsabilidad financiera con ellos y cubrir sus necesidades;
esto le agrada al Señor.
«Honra a tu padre y a tu madre» — que es el
primer mandamiento con promesa - ». Efesios 6.2
¿Cuáles serán los dos
beneficios de cumplir esta primera ley?
Le irá bien y tendrá larga vida sobre la
tierra. Si no le va bien en la vida, pregúntese si verdaderamente ha honrado a
sus padres. Según lo que su conciencia le diga, pida perdón, respételos y
comience a honrarlos y a darles su valor.
No juzgar para no ser juzgado.
La palabra juzgar significa hacer juicio; es
sentenciar y condenar. También, es ponerse en posición de juez para decidir la
culpabilidad o inocencia de otra persona.
«No juzguéis, y no seréis juzgados; no
condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados». Lucas 6.37
«No juzguéis, para que no seáis juzgados.
Porque con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida con que
medís, os será medido». Mateo 7.1, 2
Habrá un juicio santo y correcto que los
creyentes tendrán. La Biblia nos dice en Apocalipsis:
«Vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que
recibieron facultad de juzgar». Apocalipsis 20.4
LAS CUATRO LEYES ESPIRITUALES
Cuando juzgamos, corremos dos riesgos que
pueden acarrear malos resultados para nuestras vidas y nuestro testimonio.
Estos riesgos son:
Juzgar incorrectamente. Muchas personas se
adelantan a juzgar la apariencia de otros sin conocer realmente lo que está en
su corazón. El juicio que ilustra la palabra en la cita bíblica de Mateo 7.1-2, es un juicio que va acompañado de envidia y
celos. La persona que tiene falta de perdón en su vida, tiene que arrepentirse
y pedir perdón no sólo por la ofensa, sino por el juicio que ha hecho de la
persona.
Algunas de las personas o grupos que a veces
juzgamos son: organizaciones, naciones,
razas, líderes, políticos, jefes, cónyuges, pastores y otros.
Crear raíces de amargura y juicio.
Éstas
son otras de las consecuencias que puede traer a nuestras vidas, el juzgar. Hay
personas que siempre están a la expectativa, pendientes de que algo malo les
suceda. Por ejemplo, personas que están esperando ser rechazadas, traicionadas, heridas o criticadas.
Estas
personas, juzgan las cosas que aún no han sucedido y a las personas que ellas
creen que las van a herir; alimentando, de esta manera, la raíz de amargura que
las carcome por dentro y trayendo juicio sobre sí mismas. Cuando finalmente
esto pasa, dicen: "Yo
sabía que esto iba a suceder". Les sucedió lo que esperaban, y esto se les
convierte en juicio.
¿Cómo las
personas evaden su responsabilidad cuando juzgan?
• Justificando su juicio. Piensan que lo que están haciendo es lo
correcto, pero esto no es razón suficiente para juzgar.
Un buen ejemplo es, el de un pastor que había
sido libre del hábito de fumar y, tres años después, se encuentra juzgando a
otra persona por hacer lo mismo. Si bien, fumar no es correcto, eso no le
autorizaba a él a condenar a su hermano, y mucho menos, cuando él mismo había
cometido la misma falta años atrás; al contrario, debería sentir mayor
compasión y deseos de ayudarlo a encontrar la libertad de esa atadura.
• Con comentarios o "críticas constructivas". Comentarios como: "esa persona no
debería estar arriba cantando porque es mundana". Sigue siendo juicio,
aunque su justificación, sea el interés que usted tiene por la santidad en el
servicio al Señor.
• Usando una excusa antes de un comentario.
Frases, tales como: "Yo nunca he hablado nada de nadie, pero..."
"Yo nunca he juzgado a nadie y no es que esté juzgando, pero...".
Muchas veces, simplemente quieren aliviar la conciencia antes de emitir el
juicio.
Cuando juzgamos a otros venimos a ser o a
hacer lo mismo que juzgamos.
Para entender esto mejor, vamos a ver la
historia de Jaime que es una buena ilustración:
Jaime, era un hombre casado que tenía una
buena relación con su esposa; y era de apariencia seria y responsable; pero por
las noches, frecuentaba bares donde consumía alcohol y conocía mujeres con las
cuales cometía adulterio. Jaime realmente, no quería hacer esto, y se sentía
mal porque amaba a su esposa, y ella confiaba en él. Él se repetía a sí mismo:
"No me entiendo, no quiero hacer esto, pero no puedo parar".
Lo que Jaime no recordaba, era que en el
pasado, él mismo había juzgado diariamente a su padre por el mismo
comportamiento. Su padre había sido alcohólico y mujeriego; este juicio había
atraído sobre él el mismo espíritu que había dominado a su padre.
Jaime, al juzgar a su padre, lo estaba
deshonrando, pero, con el correr del tiempo, le siguió los pasos. Vemos cómo
con la misma medida que midió, fue medido; lo que él tanto había criticado en
su padre, le sucedió a él mismo. Gracias a Dios, se oró por Jaime, él se
arrepintió y fue libre. Amén.
«Por lo cual eres inexcusable, oh hombre,
quienquiera que seas tú que juzgas; pues en lo que juzgas a otro, te condenas a
ti mismo; porque tú que juzgas haces lo mismo». Romanos 2.1
¿Cómo dejar de juzgar?
• Arrepintiéndose del pecado de juicio. Sea específico.
• Confesando su pecado.
• Rompiendo el juicio que hizo contra otra persona.
• Bendiciendo a las personas que juzgó.
Cuando se juzga a una persona, se crea una
pared invisible.
Pregúntese si hay cosas en su vida que no
están funcionando bien. Tal vez sea porque en esa área ha juzgado a alguien y
está cosechando el fruto de su juicio.
Todo lo que el hombre sembrare, eso segará.
Lo que esta ley significa, en realidad es el
equivalente al dicho del mundo que dice: "No hagas a otro lo que no quieres que te hagan a ti", y
yo le agrego: "haz a otros lo que quisieras para ti o para los
tuyos".
«Asi que, todas las cosas que queráis que los
hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto
es la ley y los profetas». Mateo
Sembrar es hacer o dar a otro algo, ya sea un
bien, una buena dádiva o también un mal. Segar o cosechar es recoger o recibir.
De la misma manera, en el mundo espiritual,
se crea un ciclo donde siembras un bien y siegas, recoges bien, o por el
contrario, siembras mal y recibes mal. Como todas las otras leyes, ésta tampoco
falla. Lo que hoy vivimos, es el resultado directo de lo que hemos sembrado en
otros en el curso de nuestra vida.
Es importante revisar qué hemos hecho, qué
hemos dado, con cuánto amor hemos tratado a los que nos rodean, conocidos o no.
Si en su corazón siente que en esa área de su vida puede o debe cambiar, ¡hágalo!
Su futuro y el de sus seres queridos cambiará porque también ellos cosecharán
el bien que haga a otros.
¿Qué sembraremos? Amor, dinero, tiempo. Lo que sembremos, ya sea para el espíritu o
para la carne, eso recogeremos.
«No os engañéis: Dios no puede ser burlado: pues todo lo que
el hombre sembrare, eso también segará. Porque el que siembra para su carne, de
la carne segará corrupción; mas el que siembra para el espíritu, del Espíritu
segará vida eterna. No nos cansemos, pues, de hacer bien; que a su tiempo
segaremos, si no hubiéramos desmayado. Así que, entre tanto que tenemos tiempo,
hagamos bien a todos, y mayormente a nuestros hermanos en la fe». Gálatas
6.7-10
Muchas veces, cosechamos en el mismo momento
en que sembramos, y en otras ocasiones, se toma tiempo, a veces meses y aun
años; pero, eventualmente, la cosecha vendrá. A no ser, claro está, que no haya
arrepentimiento en su vida.
Una mujer cananea vino desesperada a pedir
liberación para su hija que estaba siendo atormentada por un demonio. Como era
filistea, es decir gentil, no estaba incluida en el pacto de Dios dado a los
hijos de Israel.
Ella le salió al encuentro a Jesús como si
fuese israelita y usó palabras y términos de pacto que a ella no le
pertenecían, hablándole de esta manera: "Señor, hijo de David, ten
misericordia de mí". Pero Jesús no
le respondió palabra alguna. Los discípulos le pedían con insistencia que
la despidiera, mas Jesús con mucha calma dijo dos cosas importantes: "No
soy enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel". Él se estaba
refiriendo al pueblo de Israel, que era el único que tenía pacto con Dios. Sólo
los israelitas poseían los derechos legales junto con las bendiciones del
pacto, tales como: salud, liberación, salvación, protección y provisión.
Lo segundo que Jesús dijo fue: "No está
bien tomar el pan de los hijos y echarlo a los perrillos". ¿A qué se estaba refiriendo Jesús? A
que los únicos que tenían derecho a las bendiciones del pacto eran los hijos.
¿Qué es lo que buscaba esta mujer para su hija?
Liberación. Esta mujer no gozaba de las
bendiciones porque no era israelita. Los gentiles eran considerados "perros" en aquel tiempo. En otras
palabras, Jesús sabía que los hijos de Abraham se sentaban a la mesa a comer de
las bendiciones de Dios, mientras que a los gentiles no les era permitido
acercarse.
«Saliendo Jesús de allí, se fue a la región
de Tiro y de Sidón. Entonces una mujer cananea que había salido de aquella
región comenzó a gritar y a decirle: - ¡Señor, Hijo de David, ten misericordia de mí! Mi hija es gravemente
atormentada por un demonio. Pero Jesús no le respondió palabra. Entonces,
acercándose sus discípulos, le rogaron diciendo: — Despídela, pues viene
gritando detrás de nosotros. Él, respondiendo, dijo: — No soy enviado sino a
las ovejas perdidas de la casa de Israel. Entonces ella vino y se postró ante
él, diciendo: — ¡Señor, socórreme! Respondiendo él, dijo: - No está bien tomar
el pan de los hijos y echarlo a los perros. Ella dijo: — Sí, Señor, pero aun
los perros comen de las migajas que caen de la mesa de sus amos. Entonces,
respondiendo Jesús, dijo: — ¡Mujer, grande es tu fe! Hágase contigo como
quieres. Y su hija fue sanada desde aquella hora». Mateo 15.21-28
La mujer reconoce el privilegio y la
prioridad de Israel, pero aún así, apela a la misericordia incondicional de
jesús para sanar a su hija poseída. Jesús le dijo: "no está bien tomar el
pan de los hijos y echarlo a los perrillos". Esto quiere decir que la
liberación primero es para los hijos y después para los de afuera (no
creyentes).
En el plan de Dios, el evangelio debía ser
presentado, primeramente, al pueblo del antiguo pacto, debido al llamado que
éste había recibido. Agrupar a Israel
debía preceder a preparar la reunión de los
gentiles. La mujer arrebata las bendiciones de la futura Iglesia por fe. Y
desde ese mismo instante, su hija queda totalmente sana.
Un tiempo después, Jesucristo pagó en la cruz
del Calvario todo lo que no estaba incluido en ese pacto.
Pagó para darnos todo lo que el hombre necesita.
Él | usó esta expresión: "consumado es", que significa: "acabada
está la obra". Ahora, todo aquel que en Él crea, puede gozar de salvación, liberación, perdón de pecados,
provisión divina, protección y vida eterna.
La liberación nos pertenece a nosotros los
hijos de
Dios que hemos nacido de nuevo. Él pagó por
todos nuestros pecados, rebeliones, maldiciones generacionales, rechazo y más.
De todo esto, surge una pregunta: ¿por
qué los creyentes necesitan liberación si Jesucristo nos redimió de todo?
Recuerde, el Espíritu de Dios vino a morar en
nosotros, pero todavía en nuestra alma y en nuestro cuerpo hay influencias del
pasado. Para que el Espíritu Santo more a plenitud en nosotros, tenemos que
limpiar la casa. Esas influencias del pasado pueden ser los pactos directos e
indirectos hechos con el enemigo; necesitamos romper con las maldiciones
generacionales que se arrastran en nuestra línea sanguínea para ser totalmente
libres.
Algunas veces, la liberación en las personas
es instantánea, pero en otras, es progresiva; por lo tanto persevere, ya que
esa liberación es suya por herencia.
Muchos creyentes saben en teoría que son
libres, pero todavía no se han apropiado de este conocimiento para gozar de una
libertad total. Después de Su muerte y resurrección, Jesús nos hizo renacer en
una esperanza de vida nueva.
Ahora, todo aquel que quiera, puede comer
gratuitamente de la mesa y gozar de todas las bendiciones, porque nos ha hecho
hijos e hijas de Dios por la fe en Él. La
liberación es un misterio Hay muchos misterios en la Biblia, pero hay uno
que las personas tienen mayor dificultad para entender: el misterio de la
liberación. ¿Por qué muchos pastores y
ministros no entienden el misterio ni el ministerio de la liberación? Si
todos leemos la misma Biblia, ¿por qué
hay ministros que aún critican y se oponen a este ministerio? La razón es
muy simple. El ministerio de echar fuera demonios y de liberar es un misterio
que sólo se puede entender por medio de la revelación del Espíritu Santo. «El
hipócrita con la boca daña a su prójimo; mas los justos son librados con la
sabiduría». Proverbios 11.9 Si queremos ver principados y potestades
derribados en los aires, tenemos que echar fuera demonios aquí en la tierra.
Hay gente que quiere entrar en guerra espiritual en la ciudad y en los aires
sin primero echar fuera los demonios de las personas. Cuando esto se haga, los
principados en los aires serán afectados. Dios está levantando un ejército que
echa fuera demonios en todo el mundo.
En Mateo, cuando Jesús envió a los doce, lo
primero que les dio fue autoridad para echar fuera demonios. «Volvieron los setenta con gozo, diciendo: Señor, aún los demonios se
nos sujetan en tu nombre. Y les dijo: Yo veía a Satanás caer del cielo como un
rayo, he aquí os doy potestad de hollar serpientes y escorpiones, y sobre toda
fuerza del enemigo, y nada os dañará. Pero no os regocijéis de que los
espíritus se os sujetan, sino regocijaos de que vuestros nombres están escritos
en los cielos.
En aquella misma hora, Jesús se regocijó en
el Espíritu, y dijo: Yo te alabo, oh Padre, Señor del cielo y de la tierra,
porque escondiste estas cosas de los sabios y entendidos, y las has revelado a
los niños. Sí, Padre, porque así te agradó. Todas las cosas me fueron
entregadas por mi Padre; y nadie conoce quién es el Hijo sino el Padre; ni
quién es el Padre, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar». Lucas 10.17-22 «Entonces llamando a sus doce discípulos les
dio autoridad sobre los espíritus inmundos». Mateo 10.1
La liberación fue una de las partes
importantes dentro piel ministerio de Jesucristo. Si usted lo analiza
detalladamente, encontrará que el ministerio de la liberación que Cristo
estableció en el Nuevo Testamento o nuevo pacto, lo diferencia a Él, de todos
los siervos del Antiguo Testamento, o antiguo pacto. En el Antiguo Testamento,
vemos cómo Dios levantó grandes profetas, tales como: Elias, que hizo descender
lluvia y fuego del cielo; o Moisés, que abrió el Mar Rojo. Pero nunca se había
visto un hombre de Dios echando fuera demonios. El más cercano y parecido a la
liberación fue el caso de David que cuando alababa a Dios y tocaba su arpa, el
espíritu inmundo que atormentaba a Saúl lo dejaba temporalmente. El ministerio
de la liberación Es el Hijo de Dios quien introduce la liberación y comienza su
ministerio echando fuera demonios y liberando los cautivos. Ya el profeta
Isaías había profetizado acerca del ministerio del Mesías que sería ungido para
libertar a los cautivos y abrir las cárceles a los presos. «El Espíritu de
Jehová el Señor está sobre mí, porque me ungió Jehová; me ha enviado a predicar
buenas nuevas a los abatidos, a vendar a los quebrantados de corazón, a
publicar libertad a los cautivos, y a los presos apertura de la cárcel». Isaías 61.1 Esto era algo nuevo que las personas nunca
habían visto, y por eso se decían: "¿Qué
cosa nueva es ésta?" "¿Con qué autoridad y poder echa fuera
demonios?" "¿Por qué llegaron
estas señales con Jesús?" Porque Él comenzó a predicar el reino de
Dios.
Éste era un mensaje para el nuevo pacto que
nunca antes se había predicado. Cuando el reino de Dios llega a un lugar
específico, trae una confrontación directa con el reino de las tinieblas. Ahí
se confrontan los poderes satánicos con el poder de Dios y sobre esa región
comienza la liberación de las opresiones de Satanás.
«Pero si yo por el Espíritu de Dios echo
fuera los demonios, ciertamente ha llegado a vosotros el reino de Dios». Mateo 12.28 Jesús dice en este texto
que echar fuera demonios es una señal de que el reino de Dios ha llegado, y que
también, es la señal más visible de que el reino de Dios ha venido a la vida de
una persona. Dios tiene un reino y Él quiere traer más que salvación a los que
en Él creen; desea traer su reino a nosotros.
Grandes influencias demoníacas que han estado
gobernando en ciertas áreas por generaciones tienen que ceder cuando llega el
reino de Dios. Tanto en familias como en individuos, encontramos maldiciones
generacionales que tienen que romperse. Maldiciones de pobreza, de brujería, de
divorcio; y de todas ellas, Cristo vino a liberarnos. Cuando usted recibe a
Jesús en su corazón como Salvador, el reino de Dios comienza a confrontar los
espíritus del reino de las tinieblas que hay en su vida y usted comienza a
recibir la revelación del evangelio. Esto es un misterio para muchos y locura
para los que se pierden. «En aquella misma hora Jesús se regocijó en el
Espíritu, y dijo: Yo te alabo, oh Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque
escondiste estas cosas de los sabios y entendidos, y las has revelado a los
niños». Lucas 10.21 Los discípulos regresaron contentos de
predicar la palabra porque las señales les habían seguido y además, se gozaban
porque los demonios se sujetaban en el nombre de Jesús. En todo esto, Jesús se
regocijó en el espíritu y oró en gratitud a su Padre: "Te alabo porque escondiste estas cosas de
los sabios y entendidos y las has revelado a los niños". ¿Quiénes son los niños?
La palabra niño significa uno que no es
calificado ni especializado; es inexperto, "uno que es humilde para
recibir instrucción". Éstos son los únicos que entienden: los que son
humildes y mansos para recibir la instrucción, que no se creen expertos ni
calificados para el Reino. A estos que son sencillos, Dios les revela Sus
misterios, Sus maravillas y la obra de Sus manos
. ¿Por qué Dios esconde estas
cosas de las personas?
• La primera razón es porque ellas no quieren recibir la
revelación. Dios no les deja ver ni les revela cosa alguna porque ellas no quieren
recibirlo. Dios revela sus misterios y su Palabra a aquellos que tienen hambre
y sed de ella. El Señor no tira las perlas a los cerdos.
Por eso, cuando Jesús enseñaba a sus
discípulos, lo hacía con parábolas. La razón por la cual enseñaba de esta
manera era para que los fariseos y religiosos de aquel tiempo no entendieran,
ya que en sus corazones había dureza para recibir la verdadera revelación de
Jesús. «Por eso les hablo por parábolas; porque viendo no ven, y oyendo no
oyen, ni entienden. De manera que se cumple en ellos la profecía de Isaías, que
dijo:
De oído oiréis, y no entenderéis; y viendo
veréis, y no percibiréis. Porque el corazón de este pueblo se ha engrosado, y
con los oídos oyen pesadamente, y han cerrado sus ojos; para que no vean con
los ojos, y oigan con los oídos». Mateo 13.13-15 1
Muchas veces, Dios esconde cosas de las
personas por causa del espíritu de orgullo y de soberbia que hay en ellos. Una
de las maneras como Dios juzga el espíritu de orgullo es a través de la ceguera
espiritual. Hay personas que creen que saben mucho, tienen muchos diplomas,
experiencia y consideran que ellos lo saben todo, y como resultado, Dios los ciega con "ceguera espiritual". No entienden la liberación porque es un
misterio. Dios le dijo a Isaías: «Anda,
y di a este pueblo: Oíd bien, y no entendáis; ved por cierto, mas no
comprendáis». Isaías 6.9, 10 ¿Por
qué Dios enviaría profetas a su pueblo Israel si ellos no los iban a entender
ni a oír? Porque el juicio de Dios estaba en contra la dureza de sus corazones
y de su testarudez. Muchas personas no verán los misjterios de Dios si no se
humillan como niños ante Su presencia. La liberación es un ministerio de Jesús
La señal de Jesús para indicar que el Reino de Dios había llegado fue el
ministerio de la liberación, echando fuera demonios. En Mateo 12.30, Jesús dice
algo importante:
«El que no es conmigo, contra mí es; y el que
conmigo no recoge, desparrama». Mateo 12.30 Muchas veces, hemos usado este verso para
evangelizar diciéndole a las personas:
"¿estás con Jesús o en contra de Jesús?
Pero, en el contexto de este versículo, Jesús se está
refiriendo al ministerio de echar fuera demonios. Hay cristianos que creen en
los ministerios de la predicación, la enseñanza, la sanidad y los milagros;
pero cuando se toca el punto del ministerio de la liberación, se incomodan. Lo
que Jesús está diciendo en el texto anterior es: si estás conmigo, no solamente
tienes que estar en la predicación, en la sanidad, en la enseñanza, sino
también en la liberación, que es uno de los ministerios que traje a los hombres,
para la gloria de mi Padre.
El ministerio de liberación expone todo aquello que está oculto dentro
del corazón del hombre.
Es un ministerio que opera bajo el discernimiento del espíritu, más que
en cualquier otro ministerio.
Si a usted no le gusta este ministerio es
porque hay un problema en su corazón. Eso no significa que usted no sea salvo y
que no vaya al cielo; usted sí va al cielo. El tema es que muchos ministros,
aunque saben que el pueblo necesita liberación, no quieren tocar este tópico.
De la manera como usted responda a la palabra
de Dios, se revela lo que hay en su corazón. Jesús siempre tuvo el ministerio
de liberación, porque Él fue ungido por su Padre para libertar a los cautivos.
Él espera que usted y yo creamos en todo lo
que el regalo de la salvación conlleva: la sanidad interior y física, los
milagros, la prosperidad y muchos regalos más. Es un paquete completo.
Muchas personas no quieren predicar ni hablar
de liberación porque es la parte más controversial del ministerio de jesús.
Pero Jesús dijo: si no estás conmigo en este ministerio, estás contra mí. Si
estás conmigo hasta el final, ésta será la prueba: que creas y prediques bajo
el poder del ministerio de la liberación. Si usted puede echar fuera demonios,
no tendrá problemas en hacer cualquier otra cosa para Dios.
La liberación
El ministerio de la liberación ha sido mal
entendido ¡por muchos creyentes, debido a que se han tocado muchos extremos en
lo que respecta a este ministerio. Hay personas que ven demonios por todos lados,
mientras que otros creyentes acreditan todo lo que sucede en sus vidas sólo a
las manifestaciones de la carne.
¿Cuál es la diferencia entre una obra de la carne y una
opresión del enemigo? ¿Qué es la carne?
Es la vieja naturaleza adámica, el viejo hombre,
la naturaleza carnal, ella describe la naturaleza que hemos heredado de Adán.
Aunque el problema del pecado original es
universal, muchas de las personas de esta raza caída han llegado a estar bajo
el poder de los demonios. Si el ser humano no hubiese pecado, nunca hubiera
sido vulnerable a la invasión de los demonios en su vida. Los científicos dicen
esto: "Cuando un cuerpo saludable es atacado por células cancerosas, su
sistema inmunológico las identifica y las ataca; como resultado, estas células cancerosas
no pueden dañar el organismo".
Eso mismo es lo que pasa con los demonios.
Ellos siempre tratan de atacar a las
personas, pero cuando la persona está saludable interiormente, el sistema
inmunológico espiritual los identifica y los ataca; no pueden tomar control.
Cuando la persona no está saludable emocional ni espiritualmente, es vulnerable
al ataque de los demonios. ¿Carne o
demonio?
El remedio para vencer la carne es la
crucifixión. Nuestro viejo hombre ha sido crucificado. El apóstol Pablo dijo
que había sido crucificado con Jesús. A través de toda la Biblia, se nos enseña
qué hacer con nuestra vieja naturaleza, con el hombre viejo, y esto es:
negarnos a nosotros mismos, tomar nuestra cruz y seguir a Cristo cada día.
«Sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con El,
para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al
pecado». Romanos 6.6
"Con Cristo estoy juntamente
crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la
carne, lo Vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a si
mismo por mí». Gálatas 2.20 Remedio contra los demonios Hay algunos
creyentes que han ayunado, orado, atado, reprendido, clamado y no han obtenido
ningún resultado.
Han crucificado la carne, pero todavía
¡dentro de ellos tienen deseos compulsivos que los llevan a hacer lo malo. Es
algo que está fuera de su control, en su mente, en su cuerpo, en sus emociones
y en sus áreas sexuales. El remedio contra los demonios es expulsarlos y
echarlos fuera.
Pero como a muchos se les ha enseñado, que
ningún creyente puede estar influenciado por el diablo y que cuando recibe a
Cristo en ese mismo momento es libre de todo, siguen por mucho tiempo
arrastrando cosas del pasado que los controla y los oprime.
Hay
creyentes tratando de crucificar los deseos provocados por los demonios, cuando
más bien, deberían expulsarlos.
Otros están tratando de echar demonios fuera
cuando, en realidad, es un problema de la carne. El remedio para vencer la
carne o el viejo hombre es la crucifixión y el remedio para vencer los demonios
es expulsarlos y echarlos fuera. ¿Puede
un creyente estar poseído? Por supuesto que un creyente "no"
puede estar poseído por demonios, ya que el Espíritu Santo vive dentro de la
persona y el maligno no la puede tocar (el Espíritu Santo no puede cohabitar
con un demonio). Pero sí, la palabra del Señor habla que un creyente puede
darle lugar al enemigo con sus acciones. «Ni deis lugar al diablo». Efesios 4.27 Cuando un creyente camina en obediencia al
Señor y no le da lugar al enemigo, éste no puede hacer nada en su contra.
Ahora, si la persona cede un poco de su terreno para que él opere, le está
dando un derecho legal.
Él no tiene poseída nuestra vida, pero tiene
un pequeño rincón de ella. Desde ese terreno, controla y envía deseos
lujuriosos, pasiones desordenadas, envidias, que oprimen al creyente trayéndole
depresión. Pactos directos e indirectos En muchas ocasiones, se han hecho
pactos con el enemigo, tales como: votos secretos de la masonería, Rosa Cruz,
promesas y votos a imágenes, practicando así la idolatría, la magia, la
santería, "vodoo",
meditación trascendental y yoga. Debido a que nunca hemos renunciado a esos
pactos y prácticas que son del enemigo, el demonio sigue con el derecho legal
en nuestras vidas. Ningún creyente puede estar poseído, pero sí puede ser
oprimido o influenciado por espíritus inmundos y esto ocurre cuando les hemos
abierto las puertas y les hemos dado derecho legal para influenciar nuestro
diario vivir Cuando hablamos de posesión, nos referimos a adueñase de alguien
en espíritu, alma y cuerpo; es estar completamente controlado por demonios.
Esto
aplica a los inconversos; sin embargo, la opresión implica influencia para los
creyentes. Vemos, por ejemplo, cómo fue influenciado Pedro en un instante.
Su pensamiento fue cargado de compasión en la
carne para que Cristo no sufriera la muerte de cruz. Detrás de ese espíritu de
compasión, estaba Satanás tratando de disuadir a Jesús para que desistiera de
ir a la cruz.
A Pedro, aún no se le habían abierto los ojos
espirituales para entender la obra gloriosa del Cordero de Dios; por tal
motivo, razonó y reaccionó según sus instintos naturales. De ahí en adelante,
Satanás le ciega el entendimiento a tal punto que llega a negar tres veces
consecutivas a Cristo. Sólo es libre de esa influencia cuando Cristo lo mira
con compasión y el Espíritu Santo le da convicción de pecado y arrepentimiento.
Y dice la Palabra que lloró amargamente.
El
enemigo puede influenciar y oprimir la mente de un creyente. Por eso, la
Palabra nos exhorta a orar en el espíritu para no caer en tentación. ¡Cerrémosle las puertas de nuestra mente y
de nuestro corazón al enemigo![full_width]PARTE 6 |
Sanidad Interior y Liberacion PART.5
Reviewed by jireth
on
marzo 16, 2020
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