Sanidad Interior y Liberacion PART.5





¿Cómo las personas evaden su responsabilidad cuando juzgan?
• Justificando su juicio. Piensan que lo que están haciendo es lo correcto, pero esto no es razón suficiente para juzgar.
Un buen ejemplo es, el de un pastor que había sido libre del hábito de fumar y, tres años después, se encuentra juzgando a otra persona por hacer lo mismo. Si bien, fumar no es correcto, eso no le autorizaba a él a condenar a su hermano, y mucho menos, cuando él mismo había cometido la misma falta años atrás; al contrario, debería sentir mayor compasión y deseos de ayudarlo a encontrar la libertad de esa atadura.
• Con comentarios o "críticas constructivas". Comentarios como: "esa persona no debería estar arriba cantando porque es mundana". Sigue siendo juicio, aunque su justificación, sea el interés que usted tiene por la santidad en el servicio al Señor.
• Usando una excusa antes de un comentario. Frases, tales como: "Yo nunca he hablado nada de nadie, pero..." "Yo nunca he juzgado a nadie y no es que esté juzgando, pero...". Muchas veces, simplemente quieren aliviar la conciencia antes de emitir el juicio.

LAS CUATRO LEYES ESPIRITUALES
Cuando juzgamos a otros venimos a ser o a hacer lo mismo que juzgamos.
Para entender esto mejor, vamos a ver la historia de Jaime que es una buena ilustración:
Jaime, era un hombre casado que tenía una buena relación con su esposa; y era de apariencia seria y responsable; pero por las noches, frecuentaba bares donde consumía alcohol y conocía mujeres con las cuales cometía adulterio. Jaime realmente, no quería hacer esto, y se sentía mal porque amaba a su esposa, y ella confiaba en él. Él se repetía a sí mismo:

"No me entiendo, no quiero hacer esto, pero no puedo parar". Lo que Jaime no recordaba, era que en el pasado, él mismo había juzgado diariamente a su padre por el mismo comportamiento. Su padre había sido alcohólico y mujeriego; este juicio había atraído sobre él el mismo espíritu que había dominado a su padre.
Jaime, al juzgar a su padre, lo estaba deshonrando, pero, con el correr del tiempo, le siguió los pasos. Vemos cómo con la misma medida que midió, fue medido; lo que él tanto había criticado en su padre, le sucedió a él mismo. Gracias a Dios, se oró por Jaime, él se arrepintió y fue libre. Amén.
«Por lo cual eres inexcusable, oh hombre, quienquiera que seas tú que juzgas; pues en lo que juzgas a otro, te condenas a ti mismo; porque tú que juzgas haces lo mismo». Romanos 2.1


¿Cómo dejar de juzgar?
• Arrepintiéndose del pecado de juicio. Sea específico.
• Confesando su pecado.
• Rompiendo el juicio que hizo contra otra persona.
• Bendiciendo a las personas que juzgó.
Cuando se juzga a una persona, se crea una pared invisible.
Pregúntese si hay cosas en su vida que no están funcionando bien. Tal vez sea porque en esa área ha juzgado a alguien y está cosechando el fruto de su juicio.
Todo lo que el hombre sembrare, eso segará.
Lo que esta ley significa, en realidad es el equivalente al dicho del mundo que dice: "No hagas a otro lo que no quieres que te hagan a ti", y yo le agrego: "haz a otros lo que quisieras para ti o para los tuyos".
«Asi que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas». Mateo 7.12

Sembrar es hacer o dar a otro algo, ya sea un bien, una buena dádiva o también un mal. Segar o cosechar es recoger o recibir.
De la misma manera, en el mundo espiritual, se crea un ciclo donde siembras un bien y siegas, recoges bien, o por el contrario, siembras mal y recibes mal. Como todas las otras leyes, ésta tampoco falla. Lo que hoy vivimos, es el resultado directo de lo que hemos sembrado en otros en el curso de nuestra vida.
Es importante revisar qué hemos hecho, qué hemos dado, con cuánto amor hemos tratado a los que nos rodean, conocidos o no. Si en su corazón siente que en esa área de su vida puede o debe cambiar, ¡hágalo! Su futuro y el de sus seres queridos cambiará porque también ellos cosecharán el bien que haga a otros.
¿Qué sembraremos?
Amor, dinero, tiempo. Lo que sembremos, ya sea para el espíritu o para la carne, eso recogeremos.
«No os engañéis: Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará. Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el espíritu, del Espíritu segará vida eterna. No nos cansemos, pues, de hacer bien; que a su tiempo segaremos, si no hubiéramos desmayado. Así que, entre tanto que tenemos tiempo, hagamos bien a todos, y mayormente a nuestros hermanos en la fe». Gálatas 6.7-10


Muchas veces, cosechamos en el mismo momento en que sembramos, y en otras ocasiones, se toma tiempo, a veces meses y aun años; pero, eventualmente, la cosecha vendrá. A no ser, claro está, que no haya arrepentimiento en su vida.
 
Las Cuatro Leyes Espirituales
Hay muchos creyentes, que después de que se les ministró sanidad interior, todavía siguen sin-
tiendo que sus problemas no se han resuelto. Y una de las razones suele ser, que han violado las cuatro leyes espirituales, y de alguna manera, todos somos producto de ellas, según las respetemos o no.
«Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres, porque esto es justo». Efesios 6.1
«No os engañéis; Dios no puede ser burlado, pues todo lo que el hombre siembre, eso también segará». Gálatas 6.7
¡«No juzguéis, para que no seáis juzgados, porque con el juicio con que juzgáis seréis juzgados, y con la medida con que medís se os medirá». Mateo 7.1, 2
«Por eso eres inexcusable, hombre, tú que juzgas, quienquiera que seas, porque al juzgar a otro, te condenas a ti mismo, pues tú que juzgas haces lo mismo». Romanos 2.1 Las cuatro grandes leyes bíblicas:
1. Honrar a padre y madre.
2. No juzgar para no ser juzgado.
3. Todo lo que el hombre siembra, eso segará.

4 Cuando juzgamos a otros, venimos a ser y hacer lo mismo.
5 Cada una de estas leyes espirituales es un principio de la palabra de Dios, y cuando son violadas, se recoge el fruto de ello.
Una ley siempre funciona y cualquiera que la aplique para bien o para mal, cosechará tarde o temprano el fruto de sus decisiones. Cada una de estas leyes amerita una explicación detallada, la cual veremos a continuación.
1. Honrar a padre y madre
¿Qué significa honrar? Honrar significa: obedecer, valorar, estimar, respetar, amar, perdonar, y además, ayudar financieramente. Hay muchos padres que no se han conducido correctamente, pero eso no excluye a los hijos de la responsabilidad, como hijos de Dios, de amarlos y honrarlos.
«Honra a tu padre y a tu madre, como jehová, tu Dios, te ha mandado, para que sean prolongados tus días y para que te vaya bien sobre la tierra que Jehová, tu Dios, te da». Deuteronomio 5.16
Hay hijos que maldicen y maltratan a sus padres, tanto en forma verbal, como física. Algunos se atreven a levantar el puño en contra de ellos. De seguro, cada uno de estos hijos cosechará la deshonra que le da a sus padres. Cada persona tiene que entender que no puede vivir deshonrando sin sufrir las consecuencias que esto conlleva.
¿Cómo podemos honrar a nuestros padres?
• Emocionalmente. Mostrando amor hacia ellos en momentos difíciles y compartiendo tiempo con ellos. Algunas veces, los padres están pasando por un tiempo de prueba y soledad; es un deber de los hijos apoyarlos emocionalmente en esos momentos difíciles.
• Verbalmente. Muchas veces, los padres están equivocados en su manera de pensar, pero eso no le da derecho a los hijos de faltarles al respeto verbalmente. Ellos son una autoridad sobre los hijos, y éstos deben obedecerles respetarlos.
«Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres, porque esto es justo». Efesios 6.1
Financieramente. Cuando los padres llegan a un momento en que no pueden valerse por sí solos, los hijos deben asumir una responsabilidad financiera con ellos y cubrir sus necesidades; esto le agrada al Señor.
«Honra a tu padre y a tu madre» — que es el primer mandamiento con promesa - ». Efesios 6.2

¿Cuáles serán los dos beneficios de cumplir esta primera ley?
Le irá bien y tendrá larga vida sobre la tierra. Si no le va bien en la vida, pregúntese si verdaderamente ha honrado a sus padres. Según lo que su conciencia le diga, pida perdón, respételos y comience a honrarlos y a darles su valor.
No juzgar para no ser juzgado.
La palabra juzgar significa hacer juicio; es sentenciar y condenar. También, es ponerse en posición de juez para decidir la culpabilidad o inocencia de otra persona.
«No juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados». Lucas 6.37
«No juzguéis, para que no seáis juzgados. Porque con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida con que medís, os será medido». Mateo 7.1, 2
Habrá un juicio santo y correcto que los creyentes tendrán. La Biblia nos dice en Apocalipsis:
«Vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que recibieron facultad de juzgar». Apocalipsis 20.4

LAS CUATRO LEYES ESPIRITUALES
Cuando juzgamos, corremos dos riesgos que pueden acarrear malos resultados para nuestras vidas y nuestro testimonio. Estos riesgos son:
Juzgar incorrectamente. Muchas personas se adelantan a juzgar la apariencia de otros sin conocer realmente lo que está en su corazón. El juicio que ilustra la palabra en la cita bíblica de Mateo 7.1-2, es un juicio que va acompañado de envidia y celos. La persona que tiene falta de perdón en su vida, tiene que arrepentirse y pedir perdón no sólo por la ofensa, sino por el juicio que ha hecho de la persona.
Algunas de las personas o grupos que a veces juzgamos son: organizaciones, naciones, razas, líderes, políticos, jefes, cónyuges, pastores y otros.
Crear raíces de amargura y juicio.
 Éstas son otras de las consecuencias que puede traer a nuestras vidas, el juzgar. Hay personas que siempre están a la expectativa, pendientes de que algo malo les suceda. Por ejemplo, personas que están esperando ser rechazadas, traicionadas, heridas o criticadas.
 Estas personas, juzgan las cosas que aún no han sucedido y a las personas que ellas creen que las van a herir; alimentando, de esta manera, la raíz de amargura que las carcome por dentro y trayendo juicio sobre sí mismas. Cuando finalmente esto pasa, dicen: "Yo sabía que esto iba a suceder". Les sucedió lo que esperaban, y esto se les convierte en juicio.

¿Cómo las personas evaden su responsabilidad cuando juzgan?
• Justificando su juicio. Piensan que lo que están haciendo es lo correcto, pero esto no es razón suficiente para juzgar.
Un buen ejemplo es, el de un pastor que había sido libre del hábito de fumar y, tres años después, se encuentra juzgando a otra persona por hacer lo mismo. Si bien, fumar no es correcto, eso no le autorizaba a él a condenar a su hermano, y mucho menos, cuando él mismo había cometido la misma falta años atrás; al contrario, debería sentir mayor compasión y deseos de ayudarlo a encontrar la libertad de esa atadura.
• Con comentarios o "críticas constructivas". Comentarios como: "esa persona no debería estar arriba cantando porque es mundana". Sigue siendo juicio, aunque su justificación, sea el interés que usted tiene por la santidad en el servicio al Señor.
• Usando una excusa antes de un comentario. Frases, tales como: "Yo nunca he hablado nada de nadie, pero..." "Yo nunca he juzgado a nadie y no es que esté juzgando, pero...". Muchas veces, simplemente quieren aliviar la conciencia antes de emitir el juicio.

Cuando juzgamos a otros venimos a ser o a hacer lo mismo que juzgamos.
Para entender esto mejor, vamos a ver la historia de Jaime que es una buena ilustración:
Jaime, era un hombre casado que tenía una buena relación con su esposa; y era de apariencia seria y responsable; pero por las noches, frecuentaba bares donde consumía alcohol y conocía mujeres con las cuales cometía adulterio. Jaime realmente, no quería hacer esto, y se sentía mal porque amaba a su esposa, y ella confiaba en él. Él se repetía a sí mismo: "No me entiendo, no quiero hacer esto, pero no puedo parar".
Lo que Jaime no recordaba, era que en el pasado, él mismo había juzgado diariamente a su padre por el mismo comportamiento. Su padre había sido alcohólico y mujeriego; este juicio había atraído sobre él el mismo espíritu que había dominado a su padre.
Jaime, al juzgar a su padre, lo estaba deshonrando, pero, con el correr del tiempo, le siguió los pasos. Vemos cómo con la misma medida que midió, fue medido; lo que él tanto había criticado en su padre, le sucedió a él mismo. Gracias a Dios, se oró por Jaime, él se arrepintió y fue libre. Amén.
«Por lo cual eres inexcusable, oh hombre, quienquiera que seas tú que juzgas; pues en lo que juzgas a otro, te condenas a ti mismo; porque tú que juzgas haces lo mismo». Romanos 2.1

¿Cómo dejar de juzgar?
• Arrepintiéndose del pecado de juicio. Sea específico.
• Confesando su pecado.
• Rompiendo el juicio que hizo contra otra persona.
• Bendiciendo a las personas que juzgó.
Cuando se juzga a una persona, se crea una pared invisible.
Pregúntese si hay cosas en su vida que no están funcionando bien. Tal vez sea porque en esa área ha juzgado a alguien y está cosechando el fruto de su juicio.
Todo lo que el hombre sembrare, eso segará.
Lo que esta ley significa, en realidad es el equivalente al dicho del mundo que dice: "No hagas a otro lo que no quieres que te hagan a ti", y yo le agrego: "haz a otros lo que quisieras para ti o para los tuyos".
«Asi que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas». Mateo  
Sembrar es hacer o dar a otro algo, ya sea un bien, una buena dádiva o también un mal. Segar o cosechar es recoger o recibir.
De la misma manera, en el mundo espiritual, se crea un ciclo donde siembras un bien y siegas, recoges bien, o por el contrario, siembras mal y recibes mal. Como todas las otras leyes, ésta tampoco falla. Lo que hoy vivimos, es el resultado directo de lo que hemos sembrado en otros en el curso de nuestra vida.
Es importante revisar qué hemos hecho, qué hemos dado, con cuánto amor hemos tratado a los que nos rodean, conocidos o no. Si en su corazón siente que en esa área de su vida puede o debe cambiar, ¡hágalo! Su futuro y el de sus seres queridos cambiará porque también ellos cosecharán el bien que haga a otros.
¿Qué sembraremos? Amor, dinero, tiempo. Lo que sembremos, ya sea para el espíritu o para la carne, eso recogeremos.
«No os engañéis: Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará. Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el espíritu, del Espíritu segará vida eterna. No nos cansemos, pues, de hacer bien; que a su tiempo segaremos, si no hubiéramos desmayado. Así que, entre tanto que tenemos tiempo, hagamos bien a todos, y mayormente a nuestros hermanos en la fe». Gálatas 6.7-10


Muchas veces, cosechamos en el mismo momento en que sembramos, y en otras ocasiones, se toma tiempo, a veces meses y aun años; pero, eventualmente, la cosecha vendrá. A no ser, claro está, que no haya arrepentimiento en su vida.

Una mujer cananea vino desesperada a pedir liberación para su hija que estaba siendo atormentada por un demonio. Como era filistea, es decir gentil, no estaba incluida en el pacto de Dios dado a los hijos de Israel.
Ella le salió al encuentro a Jesús como si fuese israelita y usó palabras y términos de pacto que a ella no le pertenecían, hablándole de esta manera: "Señor, hijo de David, ten misericordia de mí". Pero Jesús no le respondió palabra alguna. Los discípulos le pedían con insistencia que la despidiera, mas Jesús con mucha calma dijo dos cosas importantes: "No soy enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel". Él se estaba refiriendo al pueblo de Israel, que era el único que tenía pacto con Dios. Sólo los israelitas poseían los derechos legales junto con las bendiciones del pacto, tales como: salud, liberación, salvación, protección y provisión.
Lo segundo que Jesús dijo fue: "No está bien tomar el pan de los hijos y echarlo a los perrillos". ¿A qué se estaba refiriendo Jesús? A que los únicos que tenían derecho a las bendiciones del pacto eran los hijos. ¿Qué es lo que buscaba esta mujer para su hija?
Liberación. Esta mujer no gozaba de las bendiciones porque no era israelita. Los gentiles eran considerados "perros" en aquel tiempo. En otras palabras, Jesús sabía que los hijos de Abraham se sentaban a la mesa a comer de las bendiciones de Dios, mientras que a los gentiles no les era permitido acercarse.
«Saliendo Jesús de allí, se fue a la región de Tiro y de Sidón. Entonces una mujer cananea que había salido de aquella región comenzó a gritar y a decirle: - ¡Señor, Hijo de David, ten misericordia de mí! Mi hija es gravemente atormentada por un demonio. Pero Jesús no le respondió palabra. Entonces, acercándose sus discípulos, le rogaron diciendo: — Despídela, pues viene gritando detrás de nosotros. Él, respondiendo, dijo: — No soy enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel. Entonces ella vino y se postró ante él, diciendo: — ¡Señor, socórreme! Respondiendo él, dijo: - No está bien tomar el pan de los hijos y echarlo a los perros. Ella dijo: — Sí, Señor, pero aun los perros comen de las migajas que caen de la mesa de sus amos. Entonces, respondiendo Jesús, dijo: — ¡Mujer, grande es tu fe! Hágase contigo como quieres. Y su hija fue sanada desde aquella hora». Mateo 15.21-28
La mujer reconoce el privilegio y la prioridad de Israel, pero aún así, apela a la misericordia incondicional de jesús para sanar a su hija poseída. Jesús le dijo: "no está bien tomar el pan de los hijos y echarlo a los perrillos". Esto quiere decir que la liberación primero es para los hijos y después para los de afuera (no creyentes).
En el plan de Dios, el evangelio debía ser presentado, primeramente, al pueblo del antiguo pacto, debido al llamado que éste había recibido. Agrupar a Israel

debía preceder a preparar la reunión de los gentiles. La mujer arrebata las bendiciones de la futura Iglesia por fe. Y desde ese mismo instante, su hija queda totalmente sana.
Un tiempo después, Jesucristo pagó en la cruz del Calvario todo lo que no estaba incluido en ese pacto.
Pagó para darnos todo lo que el hombre necesita. Él | usó esta expresión: "consumado es", que significa: "acabada está la obra". Ahora, todo aquel que en Él crea, puede gozar de salvación, liberación, perdón de pecados, provisión divina, protección y vida eterna.
La liberación nos pertenece a nosotros los hijos de
Dios que hemos nacido de nuevo. Él pagó por todos nuestros pecados, rebeliones, maldiciones generacionales, rechazo y más. De todo esto, surge una pregunta: ¿por qué los creyentes necesitan liberación si Jesucristo nos redimió de todo?
Recuerde, el Espíritu de Dios vino a morar en nosotros, pero todavía en nuestra alma y en nuestro cuerpo hay influencias del pasado. Para que el Espíritu Santo more a plenitud en nosotros, tenemos que limpiar la casa. Esas influencias del pasado pueden ser los pactos directos e indirectos hechos con el enemigo; necesitamos romper con las maldiciones generacionales que se arrastran en nuestra línea sanguínea para ser totalmente libres.
 Algunas veces, la liberación en las personas es instantánea, pero en otras, es progresiva; por lo tanto persevere, ya que esa liberación es suya por herencia.
Muchos creyentes saben en teoría que son libres, pero todavía no se han apropiado de este conocimiento para gozar de una libertad total. Después de Su muerte y resurrección, Jesús nos hizo renacer en una esperanza de vida nueva.
Ahora, todo aquel que quiera, puede comer gratuitamente de la mesa y gozar de todas las bendiciones, porque nos ha hecho hijos e hijas de Dios por la fe en Él. La liberación es un misterio Hay muchos misterios en la Biblia, pero hay uno que las personas tienen mayor dificultad para entender: el misterio de la liberación. ¿Por qué muchos pastores y ministros no entienden el misterio ni el ministerio de la liberación? Si todos leemos la misma Biblia, ¿por qué hay ministros que aún critican y se oponen a este ministerio? La razón es muy simple. El ministerio de echar fuera demonios y de liberar es un misterio que sólo se puede entender por medio de la revelación del Espíritu Santo. «El hipócrita con la boca daña a su prójimo; mas los justos son librados con la sabiduría». Proverbios 11.9 Si queremos ver principados y potestades derribados en los aires, tenemos que echar fuera demonios aquí en la tierra. Hay gente que quiere entrar en guerra espiritual en la ciudad y en los aires sin primero echar fuera los demonios de las personas. Cuando esto se haga, los principados en los aires serán afectados. Dios está levantando un ejército que echa fuera demonios en todo el mundo.


En Mateo, cuando Jesús envió a los doce, lo primero que les dio fue autoridad para echar fuera demonios. «Volvieron los setenta con gozo, diciendo: Señor, aún los demonios se nos sujetan en tu nombre. Y les dijo: Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo, he aquí os doy potestad de hollar serpientes y escorpiones, y sobre toda fuerza del enemigo, y nada os dañará. Pero no os regocijéis de que los espíritus se os sujetan, sino regocijaos de que vuestros nombres están escritos en los cielos.
En aquella misma hora, Jesús se regocijó en el Espíritu, y dijo: Yo te alabo, oh Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y entendidos, y las has revelado a los niños. Sí, Padre, porque así te agradó. Todas las cosas me fueron entregadas por mi Padre; y nadie conoce quién es el Hijo sino el Padre; ni quién es el Padre, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar». Lucas 10.17-22 «Entonces llamando a sus doce discípulos les dio autoridad sobre los espíritus inmundos». Mateo 10.1

La liberación fue una de las partes importantes dentro piel ministerio de Jesucristo. Si usted lo analiza detalladamente, encontrará que el ministerio de la liberación que Cristo estableció en el Nuevo Testamento o nuevo pacto, lo diferencia a Él, de todos los siervos del Antiguo Testamento, o antiguo pacto. En el Antiguo Testamento, vemos cómo Dios levantó grandes profetas, tales como: Elias, que hizo descender lluvia y fuego del cielo; o Moisés, que abrió el Mar Rojo. Pero nunca se había visto un hombre de Dios echando fuera demonios. El más cercano y parecido a la liberación fue el caso de David que cuando alababa a Dios y tocaba su arpa, el espíritu inmundo que atormentaba a Saúl lo dejaba temporalmente. El ministerio de la liberación Es el Hijo de Dios quien introduce la liberación y comienza su ministerio echando fuera demonios y liberando los cautivos. Ya el profeta Isaías había profetizado acerca del ministerio del Mesías que sería ungido para libertar a los cautivos y abrir las cárceles a los presos. «El Espíritu de Jehová el Señor está sobre mí, porque me ungió Jehová; me ha enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos, a vendar a los quebrantados de corazón, a publicar libertad a los cautivos, y a los presos apertura de la cárcel». Isaías 61.1 Esto era algo nuevo que las personas nunca habían visto, y por eso se decían: "¿Qué cosa nueva es ésta?" "¿Con qué autoridad y poder echa fuera demonios?" "¿Por qué llegaron estas señales con Jesús?" Porque Él comenzó a predicar el reino de Dios.

Éste era un mensaje para el nuevo pacto que nunca antes se había predicado. Cuando el reino de Dios llega a un lugar específico, trae una confrontación directa con el reino de las tinieblas. Ahí se confrontan los poderes satánicos con el poder de Dios y sobre esa región comienza la liberación de las opresiones de Satanás.
«Pero si yo por el Espíritu de Dios echo fuera los demonios, ciertamente ha llegado a vosotros el reino de Dios». Mateo 12.28 Jesús dice en este texto que echar fuera demonios es una señal de que el reino de Dios ha llegado, y que también, es la señal más visible de que el reino de Dios ha venido a la vida de una persona. Dios tiene un reino y Él quiere traer más que salvación a los que en Él creen; desea traer su reino a nosotros.

 Grandes influencias demoníacas que han estado gobernando en ciertas áreas por generaciones tienen que ceder cuando llega el reino de Dios. Tanto en familias como en individuos, encontramos maldiciones generacionales que tienen que romperse. Maldiciones de pobreza, de brujería, de divorcio; y de todas ellas, Cristo vino a liberarnos. Cuando usted recibe a Jesús en su corazón como Salvador, el reino de Dios comienza a confrontar los espíritus del reino de las tinieblas que hay en su vida y usted comienza a recibir la revelación del evangelio. Esto es un misterio para muchos y locura para los que se pierden. «En aquella misma hora Jesús se regocijó en el Espíritu, y dijo: Yo te alabo, oh Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y entendidos, y las has revelado a los niños». Lucas 10.21 Los discípulos regresaron contentos de predicar la palabra porque las señales les habían seguido y además, se gozaban porque los demonios se sujetaban en el nombre de Jesús. En todo esto, Jesús se regocijó en el espíritu y oró en gratitud a su Padre: "Te alabo porque escondiste estas cosas de los sabios y entendidos y las has revelado a los niños". ¿Quiénes son los niños?
La palabra niño significa uno que no es calificado ni especializado; es inexperto, "uno que es humilde para recibir instrucción". Éstos son los únicos que entienden: los que son humildes y mansos para recibir la instrucción, que no se creen expertos ni calificados para el Reino. A estos que son sencillos, Dios les revela Sus misterios, Sus maravillas y la obra de Sus manos
. ¿Por qué Dios esconde estas cosas de las personas?
• La primera razón es porque ellas no quieren recibir la revelación. Dios no les deja ver ni les revela cosa alguna porque ellas no quieren recibirlo. Dios revela sus misterios y su Palabra a aquellos que tienen hambre y sed de ella. El Señor no tira las perlas a los cerdos.
Por eso, cuando Jesús enseñaba a sus discípulos, lo hacía con parábolas. La razón por la cual enseñaba de esta manera era para que los fariseos y religiosos de aquel tiempo no entendieran, ya que en sus corazones había dureza para recibir la verdadera revelación de Jesús. «Por eso les hablo por parábolas; porque viendo no ven, y oyendo no oyen, ni entienden. De manera que se cumple en ellos la profecía de Isaías, que dijo:

De oído oiréis, y no entenderéis; y viendo veréis, y no percibiréis. Porque el corazón de este pueblo se ha engrosado, y con los oídos oyen pesadamente, y han cerrado sus ojos; para que no vean con los ojos, y oigan con los oídos». Mateo 13.13-15 1

Muchas veces, Dios esconde cosas de las personas por causa del espíritu de orgullo y de soberbia que hay en ellos. Una de las maneras como Dios juzga el espíritu de orgullo es a través de la ceguera espiritual. Hay personas que creen que saben mucho, tienen muchos diplomas, experiencia y consideran que ellos lo saben todo, y  como resultado, Dios los ciega con "ceguera espiritual". No entienden la liberación porque es un misterio. Dios le dijo a Isaías: «Anda, y di a este pueblo: Oíd bien, y no entendáis; ved por cierto, mas no comprendáis». Isaías 6.9, 10 ¿Por qué Dios enviaría profetas a su pueblo Israel si ellos no los iban a entender ni a oír? Porque el juicio de Dios estaba en contra la dureza de sus corazones y de su testarudez. Muchas personas no verán los misjterios de Dios si no se humillan como niños ante Su presencia. La liberación es un ministerio de Jesús La señal de Jesús para indicar que el Reino de Dios había llegado fue el ministerio de la liberación, echando fuera demonios. En Mateo 12.30, Jesús dice algo importante:


«El que no es conmigo, contra mí es; y el que conmigo no recoge, desparrama». Mateo 12.30 Muchas veces, hemos usado este verso para evangelizar diciéndole a las personas:
"¿estás con Jesús o en contra de Jesús?
Pero, en el contexto de este versículo, Jesús se está refiriendo al ministerio de echar fuera demonios. Hay cristianos que creen en los ministerios de la predicación, la enseñanza, la sanidad y los milagros; pero cuando se toca el punto del ministerio de la liberación, se incomodan. Lo que Jesús está diciendo en el texto anterior es: si estás conmigo, no solamente tienes que estar en la predicación, en la sanidad, en la enseñanza, sino también en la liberación, que es uno de los ministerios que traje a los hombres, para la gloria de mi Padre.
El ministerio de liberación expone todo aquello que está oculto dentro del corazón del hombre.
Es un ministerio que opera bajo el discernimiento del espíritu, más que en cualquier otro ministerio.
Si a usted no le gusta este ministerio es porque hay un problema en su corazón. Eso no significa que usted no sea salvo y que no vaya al cielo; usted sí va al cielo. El tema es que muchos ministros, aunque saben que el pueblo necesita liberación, no quieren tocar este tópico.
De la manera como usted responda a la palabra de Dios, se revela lo que hay en su corazón. Jesús siempre tuvo el ministerio de liberación, porque Él fue ungido por su Padre para libertar a los cautivos.
Él espera que usted y yo creamos en todo lo que el regalo de la salvación conlleva: la sanidad interior y física, los milagros, la prosperidad y muchos regalos más. Es un paquete completo.
Muchas personas no quieren predicar ni hablar de liberación porque es la parte más controversial del ministerio de jesús. Pero Jesús dijo: si no estás conmigo en este ministerio, estás contra mí. Si estás conmigo hasta el final, ésta será la prueba: que creas y prediques bajo el poder del ministerio de la liberación. Si usted puede echar fuera demonios, no tendrá problemas en hacer cualquier otra cosa para Dios.
 La liberación
El ministerio de la liberación ha sido mal entendido ¡por muchos creyentes, debido a que se han tocado muchos extremos en lo que respecta a este ministerio. Hay personas que ven demonios por todos lados, mientras que otros creyentes acreditan todo lo que sucede en sus vidas sólo a las manifestaciones de la carne.
¿Cuál es la diferencia entre una obra de la carne y una opresión del enemigo? ¿Qué es la carne?

Es la vieja naturaleza adámica, el viejo hombre, la naturaleza carnal, ella describe la naturaleza que hemos heredado de Adán.

Aunque el problema del pecado original es universal, muchas de las personas de esta raza caída han llegado a estar bajo el poder de los demonios. Si el ser humano no hubiese pecado, nunca hubiera sido vulnerable a la invasión de los demonios en su vida. Los científicos dicen esto: "Cuando un cuerpo saludable es atacado por células cancerosas, su sistema inmunológico las identifica y las ataca; como resultado, estas células cancerosas no pueden dañar el organismo".
Eso mismo es lo que pasa con los demonios.
Ellos siempre tratan de atacar a las personas, pero cuando la persona está saludable interiormente, el sistema inmunológico espiritual los identifica y los ataca; no pueden tomar control. Cuando la persona no está saludable emocional ni espiritualmente, es vulnerable al ataque de los demonios. ¿Carne o demonio?
El remedio para vencer la carne es la crucifixión. Nuestro viejo hombre ha sido crucificado. El apóstol Pablo dijo que había sido crucificado con Jesús. A través de toda la Biblia, se nos enseña qué hacer con nuestra vieja naturaleza, con el hombre viejo, y esto es: negarnos a nosotros mismos, tomar nuestra cruz y seguir a Cristo cada día. «Sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con El, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado». Romanos 6.6

"Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo Vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a si mismo por mí». Gálatas 2.20 Remedio contra los demonios Hay algunos creyentes que han ayunado, orado, atado, reprendido, clamado y no han obtenido ningún resultado.
Han crucificado la carne, pero todavía ¡dentro de ellos tienen deseos compulsivos que los llevan a hacer lo malo. Es algo que está fuera de su control, en su mente, en su cuerpo, en sus emociones y en sus áreas sexuales. El remedio contra los demonios es expulsarlos y echarlos fuera.
Pero como a muchos se les ha enseñado, que ningún creyente puede estar influenciado por el diablo y que cuando recibe a Cristo en ese mismo momento es libre de todo, siguen por mucho tiempo arrastrando cosas del pasado que los controla y los oprime.
 Hay creyentes tratando de crucificar los deseos provocados por los demonios, cuando más bien, deberían expulsarlos.
Otros están tratando de echar demonios fuera cuando, en realidad, es un problema de la carne. El remedio para vencer la carne o el viejo hombre es la crucifixión y el remedio para vencer los demonios es expulsarlos y echarlos fuera. ¿Puede un creyente estar poseído? Por supuesto que un creyente "no" puede estar poseído por demonios, ya que el Espíritu Santo vive dentro de la persona y el maligno no la puede tocar (el Espíritu Santo no puede cohabitar con un demonio). Pero sí, la palabra del Señor habla que un creyente puede darle lugar al enemigo con sus acciones. «Ni deis lugar al diablo». Efesios 4.27 Cuando un creyente camina en obediencia al Señor y no le da lugar al enemigo, éste no puede hacer nada en su contra. Ahora, si la persona cede un poco de su terreno para que él opere, le está dando un derecho legal.

Él no tiene poseída nuestra vida, pero tiene un pequeño rincón de ella. Desde ese terreno, controla y envía deseos lujuriosos, pasiones desordenadas, envidias, que oprimen al creyente trayéndole depresión. Pactos directos e indirectos En muchas ocasiones, se han hecho pactos con el enemigo, tales como: votos secretos de la masonería, Rosa Cruz, promesas y votos a imágenes, practicando así la idolatría, la magia, la santería, "vodoo", meditación trascendental y yoga. Debido a que nunca hemos renunciado a esos pactos y prácticas que son del enemigo, el demonio sigue con el derecho legal en nuestras vidas. Ningún creyente puede estar poseído, pero sí puede ser oprimido o influenciado por espíritus inmundos y esto ocurre cuando les hemos abierto las puertas y les hemos dado derecho legal para influenciar nuestro diario vivir Cuando hablamos de posesión, nos referimos a adueñase de alguien en espíritu, alma y cuerpo; es estar completamente controlado por demonios.
 Esto aplica a los inconversos; sin embargo, la opresión implica influencia para los creyentes. Vemos, por ejemplo, cómo fue influenciado Pedro en un instante.
Su pensamiento fue cargado de compasión en la carne para que Cristo no sufriera la muerte de cruz. Detrás de ese espíritu de compasión, estaba Satanás tratando de disuadir a Jesús para que desistiera de ir a la cruz.
A Pedro, aún no se le habían abierto los ojos espirituales para entender la obra gloriosa del Cordero de Dios; por tal motivo, razonó y reaccionó según sus instintos naturales. De ahí en adelante, Satanás le ciega el entendimiento a tal punto que llega a negar tres veces consecutivas a Cristo. Sólo es libre de esa influencia cuando Cristo lo mira con compasión y el Espíritu Santo le da convicción de pecado y arrepentimiento. Y dice la Palabra que lloró amargamente.
El enemigo puede influenciar y oprimir la mente de un creyente. Por eso, la Palabra nos exhorta a orar en el espíritu para no caer en tentación. ¡Cerrémosle las puertas de nuestra mente y de nuestro corazón al enemigo![full_width]


PARTE 6

Sanidad Interior y Liberacion PART.5 Sanidad Interior y Liberacion PART.5 Reviewed by jireth on marzo 16, 2020 Rating: 5

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