Sanidad Interior y Liberacion PART.4
El árbol del rechazo y sus raíces
¿Cómo ser libre del rechazo? Lo primero que tiene que entender una persona
que ha sido rechazada, es que Jesucristo fue rechazado para que fuéramos
aceptados en Él. Jesús experimentó el rechazo, la soledad, los dolores, la
angustia y las traiciones; su mismo pueblo lo rechazó. Él soportó todo esto
para que recibiéramos liberación del rechazo.
«¿Quién ha creído a nuestro anuncio? ¿y sobre quién se ha
manifestado el brazo de Jehová? Subirá cual renuevo delante de Él, y como raíz de tierra
seca; no hay parecer en El, ni hermosura; le veremos mas sin atractivo para que
le deseemos. Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores,
experimentado en quebranto; y como que escondimos de Él el rostro, fue
menospreciado, y no lo estimamos. Ciertamente llevó Él nuestras enfermedades, y
sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios
y abatido». Isaías 53.1-4
«A los suyos vino, y los suyos no le recibieron». Juan 1.11
Toda persona debe entender que hay un demonio
para cada pecado y obra de la carne. El libro de Gálatas dice que el celo es
una obra de la carne, sin embargo, el enemigo envía un espíritu de celo a las
personas. La lujuria es una obra de la carne, pero también hay un espíritu de
lujuria sexual.
¿Qué sucede con las personas
que se sienten rechazadas?
Por mucho tiempo, han practicado la rebelión,
el perfeccionismo, la manipulación y el control. Se han aislado, han vivido en
orgullo, en crítica y en juicio. Cuando una persona comete un acto deliberado,
esto se convierte en un estilo de vida, hábito o parte de su conducta. Todo
esto, sin duda alguna, da lugar a que se abra una puerta para que los espíritus
demoníacos puedan influenciar y oprimir a las personas con tales condiciones.
Los demonios trabajan siempre en grupos y el
demonio de rechazo es uno que abre la puerta de la entrada de la vida de una
persona y atrae con él otros diferentes espíritus que vienen a influenciar esa
vida. Por ejemplo: espíritu de celo, envidia, lascivia, lujuria, rebelión,
orgullo, temor, luto, abandono, tristeza e ira.
Esto no significa que una persona tiene todas
estas influencias, pues esto varía dependiendo del nivel de rechazo al que haya
sido expuesto en su vida.
Renunciando al rechazo
Una persona que está oprimida o influenciada
y desea con todo su corazón ser libre, debe:
• Estar segura de que no tiene falta de perdón contra
alguien.
• Estar consciente de que no tiene falta de
arrepentimiento en su vida.
• Dejar de vivir en pecado.
Pasos para ser libres del rechazo:
1. Perdone y renuncie a toda falta de perdón contra todas
las personas que le han rechazado en cualquier etapa de su vida.
2. Renuncie, verbalmente, a todo espíritu de rechazo:
rechazo a sí mismo y temor al rechazo. Renuncie a toda maldición generacional hereditaria de
rechazo que viene a través de la línea sanguínea de sus padres y antepasados, y
ordene a todo espíritu detrás de esa maldición que se vaya en el nombre de
Jesús.
3. Renuncie a todos los espíritus afines al espíritu de
rechazo, los cuales son: el espíritu de temor, de celos, envidia, lujuria,
masturbación, orgullo, luto, abandono, tristeza, entre otros.
4. Pídale al Señor que llene esos vacíos que quedaron en
su vida con la Palabra y el Espíritu Santo.
5. Medite en la Escritura todos los versos que hablen
acerca de que usted es aceptado en Cristo.
Como mencioné al principio, el rechazo es el plan maestro
del enemigo para destruir al pueblo de Dios, pero donde entra el conocimiento
acerca de esto, el enemigo no puede reinar ni controlar.
Los niveles de rechazo varían entre una persona y otra,
pero no importa que tan rechazado usted haya sido, Jesús vino para deshacer las
obras del diablo. Reciba por fe lo que Jesús hizo por usted y sea libre del
rechazo. ¡Amén!
El Sentido de Culpabilidad
La culpabilidad es uno de los grandes
problemas de la sociedad de hoy, y es el producto de la abundancia de pecado en
el mundo. La culpabilidad también es un problema en la iglesia de Cristo, ya
que muchos creyentes todavía se sienten culpables por algunos pecados pasados.
No se han perdonado a sí mismos y tampoco han creído la obra de Jesús en la
cruz del Calvario.
¿Qué es la culpabilidad?
La
palabra culpabilidad proviene del griego "hupodikos", y significa uno que está bajo juicio y
Sufriendo consecuencias o castigos por sus malas acciones. Es un sentir de
estar en mala relación con Dios. Cuando se viola la conciencia, se produce culpabilidad,
y la culpabilidad produce ansiedad. Todo esto está asociado con el temor a ser
castigado por las malas acciones. Cuando negamos los sentimientos de
culpabilidad por medio de la racionalización y tratamos de esconderlos, la
culpabilidad es transferida del consciente al subconsciente y como consecuencia
surgen ataques de pánico.
La diferencia entre condenación y convicción
La condenación tiene lugar cuando el enemigo
trae culpabilidad. Esto es cuando habla a nuestra mente produciendo un estado
de condenación por algo que se ha hecho en el pasado y que puede venir incluso,
después de haberle pedido perdón al Señor por esta falta.
Convicción es, un sentimiento de culpabilidad
que viene a la conciencia y es traído por el Espíritu Santo. Generalmente, por
un pecado que se ha cometido en el presente. El Espíritu Santo le convence si
ha hecho algo que ha ofendido a Dios, pero una vez que se arrepiente, Dios no
vuelve a traer esa convicción. La condenación viene desde afuera de la mente y
es producida por el enemigo. La convicción viene desde adentro y es producida
por el Espíritu Santo.
«Y cuando Él venga, convencerá al mundo de pecado, de
justicia y de juicio». Juan 16.8 La culpabilidad es el producto de dos
situaciones:
• El no perdonarnos a nosotros mismos.
• El no apropiarnos de la obra redentora de Jesús.
Hay personas que han vivido tanto en
culpabilidad, que cuando se les habla de ser libres, ven la libertad como una
amenaza, porque el sentido de culpabilidad se ha hecho parte de su vida, y
piensan que no merecen el perdón.
¿Cuáles son las características de una
persona con un sentido de culpabilidad?
1. Se castiga a sí misma. Cuando este tipo de persona comete una
falta, primero espera sufrir lo suficiente para después pedir perdón. Hay personas
que dicen: "tengo que sufrir esto porque me lo merezco". Cuando se
obra así, se está insultando y negando el sacrificio de Jesús en la cruz del
Calvario. No tenemos que sufrir más para ser perdonados o aceptados.
2. Se siente indigna. La persona que sufre de culpabilidad se
siente inferior a la calidad o mérito de alguien, desarrolla un sentido de
indignidad. Al sentirse culpable, el enemigo envía estos pensamientos tales
como: "¿Por qué Dios debe responder a mis oraciones?" "¿Seré yo merecedor del perdón de
Dios, con todas las cosas que he hecho?" "¿Puede Dios usarme?"
Aunque somos indignos, Cristo nos hizo dignos por su gracia. Tenemos que
acercarnos al trono de Dios confiadamente y saber que por la gracia de Dios
tenemos un derecho legal de estar allí.
«Para que andéis como es digno del Señor,
agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra, y creciendo en el
conocimiento de Dios». Colosenses 1.10
«Así que, hermanos, teniendo libertad para
entrar en el lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo, por el camino nuevo y
vivo que Él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne». Hebreos 10.19-
1.
Desarrolla comportamientos compulsivos.
2. La persona que se siente culpable intenta superar su
culpabilidad por medio de comportamientos compulsivos.
Algunos comportamientos compulsivos pueden ser:
• Las drogas
• El alcohol
• Las aventuras sexuales
• El materialismo
• El exceso de trabajo
• El ejercicio
• La comida
• Las compras
Trata de llenar con lo que sea el vacío que
hay en su alma. Este tipo de persona trata de distraerse en algo que no le
recuerde su culpa. Abandonarse a comportamientos compulsivos es como decir:
"Dios, yo quiero darte gracias por la
muerte de Cristo, pero no fue suficiente". Siempre está tratando de hacer
esfuerzos humanos para alcanzar el perdón de sí mismo.
1.
Desarrolla una falsa humildad. Muchos piensan que mientras más pobres son,
más Dios les ama. Llegan a pensar que no son merecedores de nada y se privan de
cosas. Generalmente, dicen frases tales como: "yo no me merezco eso,
porque soy muy malo". A este tipo de persona, se le hace difícil recibir
cosas de otros.
¿Por qué no nos podemos perdonar a nosotros
mismos?
La culpabilidad es el resultado de no
perdonarnos a nosotros mismos. Algunas razones por las cuales se nos hace
difícil perdonarnos son:
Por creer en el perdón basado en las obras.
El perdón de Dios no está basado en lo que
hagamos, sino en la obra redentora de Jesucristo en la cruz del Calvario.
Recibimos ese perdón por su gracia.
Por un espíritu de incredulidad. No estamos ejercitando fe en Dios si no nos
perdonamos a nosotros mismos. La incredulidad es un gran obstáculo para recibir
ese perdón. Muchas personas quieren sentir algo especial al recibir el perdón,
pero éste debe recibirse por fe.
Por amoldarse y rendirse al sentido de culpa.
Emocionalmente, se puede vivir por mucho
tiempo bajo culpabilidad y autocondenación, creyendo que el ser libre no puede
ser una realidad. Muchos hacen lo que saben que está bien, pero no pueden
evitar sentirse culpables por todo y en ese momento, se le abre las puertas al
espíritu de condenación.
Por esperar repetir el pecado. Sabemos que
Dios puede perdonarnos, pero la razón por la que muchos i no se perdonan a sí
mismos es porque creen que van a volver a repetir el mismo pecado. Cristo no
murió solamente por los pecados de ayer y de hoy, sino también, por los pecados
del mañana.
¿Cuáles son las consecuencias de la
culpabilidad?
1. La culpabilidad drena su energía y le lleva a
enfermarse física y mentalmente.
2. La culpabilidad bloquea su relación con Dios. A una persona que se siente culpable, se le
hace difícil tener una relación intensa con Dios y con los demás. ¿Habrá algún
pecado que hayamos cometido que Dios no pueda perdonar? La blasfemia contra el
Espíritu Santo es el único pecado que Dios no perdona. Todos los demás, la
sangre de Cristo los perdona y los limpia.
Veamos algunos ejemplos bíblicos de personas
que pecaron y Dios las perdonó: Pedro, cuando negó a Jesús, y Pablo, que en un
principio fue perseguidor de la iglesia.
«Porque no tenemos un sumo sacerdote que no
pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo
según nuestra semejanza, pero sin pecado». Hebreos 4.15, 16
«Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua,
sino de hecho y en verdad. Y en esto conocemos que somos de la verdad, y
aseguraremos nuestros corazones delante de El; Pues si nuestro corazón nos
reprende, mayor que nuestro corazón es Dios y Él sabe todas las cosas. Amados,
si nuestro corazón no nos reprende, confianza tenemos en Dios. 1 Juan 3.18-21
¿Cómo ser libre de la culpabilidad?
• Arrepintiéndose del pecado de incredulidad.
• Renunciando a todo espíritu de culpabilidad y a la
razón de esa culpa.
• Confesando su libertad y decidiendo recibirla por fe.
¿Qué hacer si el enemigo viene a acusarle y a recordarle
su pasado?
• Confiese la Escritura.
«El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino
que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con El todas las cosas? ¿Quién acusará a los escogidos de Dios?
Dios es el que justifica. ¿Quién es el que condenará? Cristo es el que
murió; más aún, el que también resucitó, el que además está a la diestra de
Dios, el que también intercede por nosotros». Romanos 8.32-37
• Camine en el Espíritu.
«Ahora, pues, ninguna condenación hay para
los que están en Cristo jesús, los que no andan conforme a la carne, sino
conforme al Espíritu». Romanos 8.1
«Si vivimos por el Espíritu, andemos también
por el
Espíritu». Gálatas 5.25
La conclusión a todo esto es que, si ha
nacido de nuevo, tiene que apropiarse de la obra redentora de Jesucristo.
Primero, recibiendo el perdón de Dios en su vida, y segundo, perdonándose a
usted mismo. Recuerde que todo esto hay que aceptarlo por fe.
¿Cómo podemos permanecer
libres de heridas emocionales?
Hay muchos creyentes a quienes el Señor ha
hecho libres de heridas, traumas, raíces de amargura, falta de perdón, rechazo,
culpabilidad; y sí, permanecen libres por un tiempo, pero cuando los ofenden de
nuevo, vuelven a lo mismo. Necesitamos aprender a mantener nuestra libertad en
Dios. Jesús dijo que eran necesarias las ofensas o los tropiezos (Mateo 18.1-7). Siempre seremos ofendidos, heridos y
lastimados, pero debemos aprender a vivir libres de ello.
Después de que somos libres, debemos llenar
los vacíos que quedan en nuestro corazón.
Los vacíos debemos llenarlos
con:
• El fruto del Espíritu
• La
palabra de Dios
Si la persona no llena esos vacíos,
fácilmente cae otra vez en lo mismo.
Recuerde que el vivir en el Espíritu implica
sacrificio, entrega y disciplina. Necesitamos la autodisciplina. Si Dios lo ha
liberado y sanado interiormente, llénese de
la palabra de Dios, medite en ella y vívala, desarrollando así el fruto
del Espíritu en su corazón.
Tengamos en cuenta que la sanidad no
sustituye la crucifixión de la carne. El Señor nos habló de negar nuestro ego
todos los días. Seremos ofendidos y heridos, pero aún así el perdón tiene que
ser un estilo de vida para nosotros, si queremos permanecer libres.
Seis pasos para mantenerse libre de heridas:
1. Perdonar debe ser un estilo de vida. Todo cristiano tiene
que desarrollar una actitud de perdón permanente y genuina en su corazón.
«Entonces se le acercó Pedro y le dijo:
-Señor, ¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta
siete? Jesús le dijo: -No te digo hasta siete, sino aun hasta setenta veces
siete». Mateo 18.21, 22
2. Renunciar a la ofensa inmediatamente después de ser
ofendidos.
«Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre
vuestro enojo...» Efesios 4.26
• «Por tanto, si traes tu ofrenda al altar y
allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda
delante del altar y ve, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces vuelve
y presenta tu ofrenda».
Mateo 5.23, 24
«Aunque el ánimo del príncipe se exalte
contra ti, no pierdas la calma, porque la mansedumbre hace cesar grandes
ofensas». Eclesiastés 10.4
¿Por qué
tenemos que hacerlo inmediatamente?
• Porque, de lo contrario, el enemigo ganará
terreno sobre nosotros, pues le estamos dando derecho legal, y ese derecho
legal puede traer, como consecuencia, enfermedades, pobreza, ataduras y mucho
más.
• Porque la herida puede hacerse mayor. Una ofensa nos lleva a un resentimiento, a
una falta de perdón, a una raíz de amargura y finalmente, al odio.
Ofensa • Resentimiento • Falta de perdón •
Raíces de amargura • Odio
3. Arrepentirse. Al igual que el perdón, el arrepentimiento
tiene que ser un estilo de vida.
¿Qué es arrepentimiento?
El arrepentimiento es sentir un profundo
dolor por haber ofendido a Dios primero y también a otras personas. Es estar
deseoso de morir y dejar atrás lo que hemos sido; es permitirle a Dios que nos
cambie para ser lo que Él quiere que seamos a partir de este momento.
No es
derramar muchas lágrimas ni tener remordimiento por haber ofendido a Dios.
Tampoco es tratar de cambiar para evitar las
consecuencias.
Es un
dolor genuino por haber causado una ofensa a Dios o a otro ser humano.
La palabra del Señor habla que el temor a
Jehová es aborrecer el mal (Proverbios 8.13). Cuando usted empieza a amar y a temer a Dios,
simultáneamente, usted comienza a odiar el mal.
En las iglesias de hoy, hay muchos creyentes
que no sienten el suficiente odio por el mal. Cuando se teme a Dios, no se puede
soportar el mal ni la hipocresía. La palabra de Dios no habla de estar en
desacuerdo o de tener remordimientos por lo que se ha hecho, sino de aborrecer
con todo el corazón el pecado. A muchas personas les gusta el vicio y el
pecado, y lo siguen practicando; y esto es debido a que no han llegado a
aborrecerlo suficientemente como para permitirle a Dios que las haga libres.
3.
Confesar las faltas. En el griego, la palabra confesar es
"exomologeo", que significa exteriorizar. Es decir, exteriorizar los
dolores del alma a través de nuestra confesión. No caiga en la trampa del
enemigo de guardar todas las ofensas y las heridas, porque se van acumulando
hasta causar una explosión empeorando toda situación.
4. ¿Cuándo es que una persona se deshace de su pecado o de
su falta? ...cuando lo confiesa.
«Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y
justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad». 1 Juan 1.9
La humildad es el reconocimiento de nuestra
condición ante Dios. Humildad es la ausencia completa de orgullo, la sumisión
voluntaria. Necesitamos humildad para perdonar a aquellos que nos han herido.
También, necesitamos humildad para ir a pedir perdón a aquellos que hemos
ofendido. Una de las características de nosotros los cristianos es que muy rara
vez pedimos perdón. No espere que la otra persona tome la iniciativa para pedir
perdón.
Conozca su verdadera identidad. Hay preguntas
que tenemos que hacernos a nosotros mismos. "¿Quién soy?" "¿Qué veo cuando me miro al espejo?"
Como
el hombre piensa de sí mismo en su corazón, así es. Meditemos en estos versos
bíblicos: "somos hechura
suya"; "Dios me formó con un propósito".
Si queremos saber quiénes somos, mirémonos en
el espejo de la Palabra. Hay muchas personas afuera diciendo quién es usted, pero
en realidad, ellos no lo saben. No permita que la opinión de otros influya en
sus decisiones ni en su autoestima.
«Al llegar Jesús a la región de Cesarea de
Filipo, preguntó a sus discípulos, diciendo: ¿Quién dicen los hombres que es el
Hijo del hombre?» Mateo 16.13 «...pues somos hechura suya, creados en
Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que
anduviéramos en ellas».Efesios 2.10
«Mi embrión vieron tus ojos, y en tu libro
estaban escritas todas aquellas cosas que fueron luego formadas, sin faltar ni
una de ellas». Salmos 139.16
«Si alguno es oidor de la palabra, pero no
hacedor de ella, ése es semejante al hombre que considera en un espejo su
rostro natural. Porque él se considera a sí mismo, y se va, y luego olvida cómo
era». Santiago 1.23, 24
¿Cómo encontrar su identidad?
• Mirándose en el espejo de la Palabra.
• Preguntándole al Espíritu Santo.
Esto le dará la seguridad acerca de quién es
usted y hacia dónde va; y le traerá la certeza de que es una persona amada y
querida. Usted no es un aborto de la sociedad. Somos pueblo santo con
propósito, a quien Dios dio aliento de vida para que se lleve a cabo el
propósito de Él en nosotros y en este mundo.
Asegúrese de creer y afianzarse en las
promesas divinas de liberación y de sanidad en todas las áreas de su vida.
Recuerde que esto es pan para los hijos que
viven bajo la bendición del pacto de Dios. ¡Amén!
Las Cuatro Leyes Espirituales
Hay muchos creyentes, que después de que se
les ministró sanidad interior, todavía siguen sin tiendo que sus problemas no
se han resuelto. Y una de las razones suele ser, que han violado las cuatro
leyes espirituales, y de alguna manera, todos somos producto de ellas, según
las respetemos o no.
«Hijos, obedeced en el Señor a vuestros
padres, porque esto es justo». Efesios 6.1
«No os engañéis; Dios no puede ser burlado,
pues todo lo que el hombre siembre, eso también segará». Gálatas 6.7
¡«No juzguéis, para que no seáis juzgados,
porque con el juicio con que juzgáis seréis juzgados, y con la medida con que
medís se os medirá». Mateo 7.1, 2
«Por eso eres inexcusable, hombre, tú que
juzgas, quienquiera que seas, porque al juzgar a otro, te condenas a ti mismo,
pues tú que juzgas haces lo mismo». Romanos 2.1 Las cuatro grandes leyes bíblicas:
1. Honrar a padre y madre.
2. No juzgar para no ser juzgado.
3. Todo lo que el hombre siembra, eso segará.
4 Cuando juzgamos a otros, venimos a ser y
hacer lo mismo.
Cada una de estas leyes espirituales es un
principio de la palabra de Dios, y cuando son violadas, se recoge el fruto de
ello.
Una ley siempre funciona y cualquiera que la
aplique para bien o para mal, cosechará tarde o temprano el fruto de sus
decisiones. Cada una de estas leyes amerita una explicación detallada, la cual
veremos a continuación.
1. Honrar a padre y madre
¿Qué significa honrar? Honrar significa: obedecer, valorar,
estimar, respetar, amar, perdonar, y además, ayudar financieramente. Hay muchos
padres que no se han conducido correctamente, pero eso no excluye a los hijos
de la responsabilidad, como hijos de Dios, de amarlos y honrarlos.
«Honra a tu padre y a tu madre, como jehová, tu Dios, te ha mandado, para
que sean prolongados tus días y para que te vaya bien sobre la tierra que
Jehová, tu Dios, te da». Deuteronomio 5.16
Hay hijos que maldicen y maltratan a sus
padres, tanto en forma verbal, como física. Algunos se atreven a levantar el
puño en contra de ellos. De seguro, cada uno de estos hijos cosechará la
deshonra que le da a sus padres. Cada persona tiene que entender que no puede
vivir deshonrando sin sufrir las consecuencias que esto conlleva.
¿Cómo podemos honrar a nuestros padres?
• Emocionalmente. Mostrando amor hacia ellos en momentos
difíciles y compartiendo tiempo con ellos. Algunas veces, los padres están
pasando por un tiempo de prueba y soledad; es un deber de los hijos apoyarlos
emocionalmente en esos momentos difíciles.
• Verbalmente. Muchas veces, los padres están equivocados en su manera
de pensar, pero eso no le da derecho a los hijos de faltarles al respeto
verbalmente. Ellos son una autoridad sobre los hijos, y éstos deben obedecerles
respetarlos.
«Hijos, obedeced en el Señor a vuestros
padres, porque esto es justo». Efesios 6.1
• Financieramente. Cuando los padres llegan a un momento en que
no pueden valerse por sí solos, los hijos deben asumir una responsabilidad
financiera con ellos y cubrir sus necesidades; esto le agrada al Señor.
«Honra a tu padre y a tu madre» — que es el
primer mandamiento con promesa - ». Efesios 6.2
¿Cuáles serán los dos
beneficios de cumplir esta primera ley?
Le irá bien y tendrá larga vida sobre la
tierra. Si no le va bien en la vida, pregúntese si verdaderamente ha honrado a
sus padres. Según lo que su conciencia le diga, pida perdón, respételos y
comience a honrarlos y a darles su valor.
No juzgar para no ser juzgado.
La palabra juzgar significa hacer juicio; es
sentenciar y condenar. También, es ponerse en posición de juez para decidir la
culpabilidad o inocencia de otra persona.
«No juzguéis, y no seréis juzgados; no
condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados». Lucas 6.37
«No juzguéis, para que no seáis juzgados.
Porque con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida con que
medís, os será medido». Mateo 7.1, 2 Habrá un juicio santo y correcto que los
creyentes tendrán. La Biblia nos dice en Apocalipsis:
«Vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que
recibieron facultad de juzgar». Apocalipsis 20.4
Cuando juzgamos, corremos dos riesgos que
pueden acarrear malos resultados para nuestras vidas y nuestro testimonio.
Estos riesgos son:
Juzgar incorrectamente. Muchas personas se
adelantan a juzgar la apariencia de otros sin conocer realmente lo que está en
su corazón.
El juicio que ilustra la palabra en la cita
bíblica de Mateo 7.1-2, es un juicio que va acompañado de envidia y
celos. La persona que tiene falta de perdón en su vida, tiene que arrepentirse
y pedir perdón no sólo por la ofensa, sino por el juicio que ha hecho de la
persona.
Algunas de las personas o grupos que a veces
juzgamos son: organizaciones, naciones, razas, líderes, políticos, jefes,
cónyuges, pastores y otros.
Crear raíces de amargura y juicio.
Éstas
son otras de las consecuencias que puede traer a nuestras vidas, el juzgar. Hay
personas que siempre están a la expectativa, pendientes de que algo malo les
suceda. Por ejemplo, personas que están esperando ser rechazadas, traicionadas, heridas o criticadas.
Estas personas, juzgan las cosas que aún no
han sucedido y a las personas que ellas creen que las van a herir; alimentando,
de esta manera, la raíz de amargura que las carcome por dentro y trayendo
juicio sobre sí mismas. Cuando finalmente esto pasa, dicen: "Yo sabía que
esto iba a suceder". Les sucedió lo que esperaban, y esto se les convierte
en juicio.
¿Cómo las personas evaden su
responsabilidad cuando juzgan?
• Justificando su juicio. Piensan que lo que están haciendo es lo
correcto, pero esto no es razón suficiente para juzgar.
Un buen ejemplo es, el de un pastor que había
sido libre del hábito de fumar y, tres años después, se encuentra juzgando a
otra persona por hacer lo mismo. Si bien, fumar no es correcto, eso no le
autorizaba a él a condenar a su hermano, y mucho menos, cuando él mismo había
cometido la misma falta años atrás; al contrario, debería sentir mayor
compasión y deseos de ayudarlo a encontrar la libertad de esa atadura.
• Con comentarios o "críticas constructivas". Comentarios como: "esa persona
no debería estar arriba cantando porque es mundana". Sigue siendo juicio,
aunque su justificación, sea el interés que usted tiene por la santidad en el
servicio al Señor.
• Usando una excusa antes de un comentario. Frases, tales
como:
"Yo nunca he hablado nada de nadie, pero..." "Yo nunca he
juzgado a nadie y no es que esté juzgando, pero...". Muchas veces,
simplemente quieren aliviar la conciencia antes de emitir el juicio.[full_width]
Sanidad Interior y Liberacion PART.4
Reviewed by jireth
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marzo 16, 2020
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